Mosul: revisionismo turco y geopolítica

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Recep Tayyip Erdogan dejó recientemente en claro que Turquía tiene que estar involucrada en la liberación de Mosul. Apelando a una retorica revisionista, y articulando argumentos estratégicos, el presidente turco aseguró que su país no se quedaría afuera de la pugna por territorios e influencia en Medio Oriente. Crédito por la imagen: Murat Cetinmuhurdar / Google Maps.

El 22 de octubre, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan sugirió que Mosul y Alepo le pertenecen al pueblo turco, pues durante siglos fueron parte de los dominios otomanos. Sus declaraciones se produjeron durante la apertura de una institución educativa en la ciudad de Bursa, al sur de Estambul. Los dichos coinciden, por un lado, con la ofensiva en Mosul contra el Estado Islámico (ISIS), y por otro, con la campaña rusa-siria contra los rebeldes en Alepo. Según lo marcan los analistas, el mandamás turco, operador político de la llamada doctrina neootomana, está irritado frente al prospecto de verse aislado en la repartija regional que tendrá lugar en Medio Oriente luego de extinguidas las actuales insurgencias. En este sentido, las palabras de Erdogan vienen a expresar las polémicas revisionistas de Turquía, que datan desde hace casi cien años; desde la sucesión otomana y la subsecuente fundación de la república kemalista.

Inserto en esta trama, Erdogan es un demagogo ávido en casa, y sin embargo una molestia para todo mediador internacional que debe tratar con él. Si bien es evidente que, con Rusia asentándose de forma permanente en Siria, Alepo seguirá siendo un objetivo inalcanzable para los turcos, el cálculo es algo más ambivalente en cuanto a Mosul. Esto no necesariamente significa que Turquía vaya a insertarse de lleno en un estado de guerra, pero más bien que buscará apuntar su influencia al sur de su frontera, particularmente en detrimento de los ayatolas y el Estado iraquí, que representan la competencia islámica (chiita) al proyecto (sunita) que enarbola Erdogan.

En todo caso, el presidente turco está más que dispuesto a jugar la carta nacionalista para ratificarse alegóricamente como sultán (así le llaman), haciendo que sea conveniente detenerse en su postura, para analizar si la proyección estratégica a la que aspira Turquía es plausible. Continuar leyendo «Mosul: revisionismo turco y geopolítica»

La diplomacia caliente de Rusia: las armas hablan más que las palabras

Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 24/10/2016.

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Misiles tierra-aire S-400 de medio y largo alcance, desfilando durante el Día de la Victoria, en la Plaza Roja de Moscú, el 9 de mayo de 2015. El S.-400 es uno de los sistemas de defensa antiaérea móviles más avanzados en el mundo. Rusia los desplegaría en Crimea y en Siria para disuadir ataques de la OTAN. Para los asuntos de alta política, la diplomacia rusa se basa en la coacción. Viene acompañada por una ideología paneuroasiática que busca revivir las glorias imperiales del pasado. Crédito por la imagen: Sergei Karpukhin / Reuters.

Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia nunca han estado tan mal en la era postsoviética. La tensión es tal, que, evocando los acontecimientos de la Guerra Fría, políticos, especialistas y militares han puesto el interrogante en la hipotética premisa de una guerra nuclear. La discusión se refiere a la plausibilidad de una tercera hecatombe global suscitada, entre otras cosas, a partir de la contrariedad que mantiene Rusia y el bloque occidental con respecto a Siria. Moscú ha dejado en claro que su intervención en el Levante no estará sujeta a ninguna negociación inquisitiva, la cual busque restringir o limitar el alcance de la influencia rusa en Medio Oriente. Por otro lado, Washington observa con preocupación que está perdiendo su capacidad de disuasión, puesta a prueba por una Rusia envalentonada, que responde más agresivamente a la interposición norteamericana en sus asuntos.

El solo hecho de que un escenario de guerra abierta sea tomado en serio dice bastante acerca de lo volátil de la situación. Como en las relaciones internacionales la percepción ocupa un papel central, hay quienes dirían que –si llegase a ocurrir algún día– semejante conflicto será el resultado de una profecía autocumplida, pues se concede que, con el tiempo, los prejuicios y las palabras hostiles embrollan la percepción que los países tienen el uno hacia el otro. Por eso, cuando Estados Unidos dice que Rusia comete crímenes de guerra en Alepo, los rusos perciben hipocresía, y ante todo una excusa para minar la consecución de sus intereses legítimos. En respuesta, el Kremlin expresa su malestar con amenazas, y más precisamente con la carta nuclear. Pero como lo muestra este caso, las armas suelen hablar mucho más que las palabras, especialmente cuando las primeras son lo suficientemente potentes como para hacer valer las bravatas verbales.

Luego de haberse ocupado de modernizar el arsenal de la otrora superpotencia, Vladimir Putin revivió la vieja usanza soviética de negociar con una pistola sobre la mesa. Esta diplomacia caliente consiste en desplazar las fichas sobre el tablero, creando la impresión de que la dirigencia rusa tiene menos aversión al riesgo que sus contrapartes en Occidente. Por esta razón, una percepción desacertada puede desencadenar decisiones erradas, y arrojar consecuencias fatídicas. Pese a la exhortación de moderación y templanza, las escaladas militares son una constante histórica, que devienen justamente de la capacidad de los líderes por interpretar –correcta o irreflexivamente– la voluntad de terceros actores en el teatro de la alta política. Ahora bien, este augurio pesimista no necesariamente se verificará en el presente. Aunque la tensión geopolítica entre Estados Unidos y Rusia subsistirá como eje de las discusiones, la guerra abierta perfectamente puede ser evitada, siempre y cuando los decisores juzguen correctamente las intenciones de sus adversarios. Continuar leyendo «La diplomacia caliente de Rusia: las armas hablan más que las palabras»

Estado Islámico: yihadistas educados

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Mohammed Emwazi, más conocido como «Yihadi John», el infame verdugo con acento británico del Estado Islámico (ISIS), se había recibido en Administración y en Sistemas Informáticos en la Universidad de Westminster. Eso no impidió que decidiera unirse al grupo yihadista, para luego salir en Internet degollando prisioneros para aterrorizar al mundo libre. Un estudio difundido por el Banco Mundial recogido por algunos medios reconoce que, lejos de ser pobres o iletrados, los yihadistas suelen estar muy educados. Crédito por la imagen: CNN.

Hace pocos días algunos medios internacionales cubrieron lo que a simple vista podría parecer una novedad particularmente notable. Según un estudio del Banco Mundial, los reclutas del Estado Islámico (ISIS) están más educados que la nómina árabe. Según el documento, titulado “Inclusión social y económica para prevenir el extremismo violento”, el 69% de los militantes del grupo yihadista más infame tuvieron como mínimo educación secundaria. Solo el 15% dejó la escuela antes del secundario, y menos del 2% es iletrado. Sin embargo, pese a estos datos concisos, el informe insiste en explicar sus propios hallazgos en base a la “falta de inclusión económica”, que siempre permanece a lo largo del texto en un nivel genérico de abstracción. En efecto, el Banco Mundial contradice el título del reporte con la estadística que sale reflejada del mismo.

Esta ceguera es figurativa de la obstinación de muchos por elucidar las causas de la guerra santa bajo un paradigma materialista. No faltan los intelectuales que explican el yihadismo situando la culpa en el legado del colonialismo europeo, la política exterior de Estados Unidos, y la pobreza o la falta de educación de cuales miserables “víctimas” de la globalización. Por eso, es paradójico que un estudio volcado a entender las variables socioeconómicas detrás del ISIS, descubra que estas no son tan importantes como se presuponía.

En verdad, el reporte del Banco Mundial no dice nada nuevo. Los expertos en Medio Oriente y los especialistas en contraterrorismo vienen percatándose de lo mismo desde hace quince años. Que el terrorista y el yihadista haga lo que haga porque es ignorante o invariablemente pobre es un mito sin ningún tipo de sustento en la realidad. Una y otra vez, desde los atentados del 11 de septiembre en adelante, el perfil de los militantes no coincide con aquel del iletrado o muerto de hambre. Por el contrario, los terroristas suelen provenir de familias adineradas o de clase media. Incluso, muchos de ellos poseen incluso títulos universitarios, particularmente en ingeniería y medicina. Por eso, aunque vale la pena remarcar los hallazgos del reporte, a mi criterio la relevancia del documento estriba de su mediatización en los distintos medios del mundo. Es hora de derribar de una vez por todas el relato incongruente que justifica actos desesperados o dramáticos en la brecha entre ricos y pobres. Continuar leyendo «Estado Islámico: yihadistas educados»