Incendios en Israel: ¿intifada de fuego?

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A man watches wildfires in Haifa, Israel, Thursday, Nov. 24, 2016. Israeli police have arrested four Palestinians in connection with one of several large fires that damaged homes and prompted the evacuation of thousands of people in the past few days. Police are investigating the causes, including possible arson. Windy and hot weather have helped fan the flames. The blazes started three days ago near Jerusalem and in the north. Hundreds of homes were damaged. Russia, Italy and other countries are assisting the Israeli firefighters.(AP Photo/Ariel Schalit)
Un hombre es testigo de los fuegos en Haifa, el 24 de noviembre de 2016. Una serie de incendios en Israel provocaron daños extensivos y causaron que cientos de miles tuvieran que evacuar sus casas. Hay indicios de que varios de los incendios fueron provocados deliberadamente. Crédito por la imagen: Ariel Schalit / AP.

Entre el 22 y el 28 de noviembre Israel sufrió una ola de incendios, particularmente destructivos en el norte del país y en la ciudad de Haifa. Más de 1500 personas se quedaron sin hogar, y cientos de miles de israelíes tuvieron que ser evacuados en el curso de esos días. Según lo reportado, este fue el peor incendio desde que ardiera el monte Carmelo en 2010, y se quemaron aproximadamente dos mil hectáreas de bosque. Si bien varios de los incendios forestales habrían sido naturales, ya está consensuado que algunos de ellos fueron provocados intencionalmente. Como resultado, el término “intifada de fuego” empezó a encontrar cabida en la labia de políticos y periodistas.

¿Se puede hablar de un nuevo modus operandi en la militancia palestina en contra de Israel? En este momento, esta es la pregunta más selecta entorno a la discusión del conflicto. Por este motivo, resulta conveniente revisar el escenario actual. Incluso si de ahora en más los incendios intencionales se hacen más recurrentes, el término “intifada de fuego” no queda justificado ipso facto, no sin antes analizar la situación y sus posibles ramificaciones. Continuar leyendo «Incendios en Israel: ¿intifada de fuego?»

Ain al-Hilweh: un muro del que pocos hablan

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El muro en torno al campo palestino de Ain al-Hilweh, tal como era visto el 23 de noviembre de 2016. El barrio está ubicado en las inmediaciones de Sidón, y tiene aproximadamente un kilómetro cuadrado de diámetro. En él habitan entre 90 y 120.000 personas que no tienen derecho a acceder a la ciudadanía libanesa. Recientemente las autoridades decidieron amurallar el barrio citando la necesidad de prevenir la infiltración de terroristas. Crédito por la imagen: Mohammed Zaatar / The Daily Star.

Esta semana el Gobierno libanés erigió un muro de hormigón en torno al campo palestino de Ain al-Hilweh, en las inmediaciones de Sidón. Establecido en 1948, se trata del campo de refugiados más grande del país de los cedros. Aunque hasta recientemente contaba con aproximadamente 70 mil habitantes, se calcula que la población habría crecido hasta un número entre los 90 mil y 120.000 mil habitantes, como resultado del flujo entrante de refugiados sirios desatado por la guerra civil en el país vecino. Lo que es más, todas estas personas viven comprimidas en un espacio de tan solo un kilómetro cuadrado.

Según lo reportado, la construcción del muro comenzó el domingo 20 de noviembre, y responde a la creciente violencia fratricida entre los árabes del vecindario. En particular, entre islamistas, yihadistas, y seculares. Por eso, a los efectos de contener el problema, la mejor solución con la que dieron las autoridades libanesas resultó en el cierre de la tranquera: amurallar el campo bajo la supervisión de oficiales de la armada, y edificar torres para mantener vigilados a los que están confinados. Para el Gobierno, el muro es necesario para preservar la seguridad. Sin embargo, más allá de cualquier juicio de valor posterior, nadie parece estar hablando de este “pozo de agua dulce”, el nombre (traducido al español) que lleva el barrio en cuestión. Continuar leyendo «Ain al-Hilweh: un muro del que pocos hablan»

¿Una mezquita para Atenas?

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La mezquita de Tzistarakis en el centro de Atenas, utilizada hasta 1832, cuando Grecia se independizó del dominio otomano. Fue una de las últimas mezquitas «oficiales» de Atenas, y hoy funciona como museo. Son tantas las sensibilidades en Grecia en torno al islam, que la construcción de una nueva mezquita «oficial» ha levantado polémica. Crédito por la imagen: Will Horner / Middle East Eye.

Uno de los temas más llamativos en la política griega tiene que ver con la construcción de lo que vendría a ser la primera mezquita de Atenas propiamente dicha. En octubre, el parlamento heleno decidió por amplia mayoría acelerar el proyecto, y sería financiado con fondos públicos, por un costo cercano al millón de euros. Esto, acaso trivial en las capitales multiculturales de Europa, se ha convertido en motivo de discusión. El motivo es aparente cuando se considera que Atenas no posee una mezquita oficial desde hace más de 180 años, prácticamente desde que los griegos se independizaron de los otomanos en 1832.

El hecho de que no haya una “Gran Mezquita” en la ciudad, otra que el edificio de la antigua mezquita Tzistarakis, dice mucho acerca de la relación entre griegos y turcos, a quienes se asocia localmente con el islam. Si bien en la capital del país existen por lo menos tres mezquitas, recientemente legalizadas como tales, hay muchos centros religiosos de reunión clandestinos, algunos funcionando en estacionamientos. Se estima que Grecia alberga a cerca de 500.000 musulmanes, lo que equivaldría al 4,7% de la población. En Atenas, la población estaría ubicada entre los 130.000 y los 200.000.

Por esta razón, el hecho de que la comunidad musulmana pueda conseguir un centro religioso adecuado a sus necesidades no es algo menor. En rigor, el quid de la cuestión aparece al cuestionaros por qué esto no sucedió antes, dado que Grecia es un país moderno, y lo que es más, parte integral del mundo occidental. Por ello tengo la impresión de que el tema de la mezquita plantea un debate más amplio acerca del carácter identitario de los griegos, y los valores que estos quieren proyectar. Continuar leyendo «¿Una mezquita para Atenas?»

Donald Trump y Medio Oriente

Artículo Original. Tambien publicado en INFOBAE el 18/11/2016.

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El futuro presidente Donald Trump durante un discurso en Washington, el 21 de marzo de 2016. Durante su campaña el polémico candidato prometió poner coto a la violencia en Medio Oriente. Dijo que destrozaría al yihadismo, que su país dejaría de emprender onerosas guerras en países extranjeros, y que protegería a Israel. Más allá de las declaraciones, ¿qué se puede esperar realmente de la política de Trump hacia Medio Oriente? Crédito por la imagen: Cliff Owen / AP.

Para la estupefacción de millones, la presidencia de Donald Trump se convertirá en una realidad. Dada la polémica personalidad del presidente electo, y la contenciosa campaña electoral de la que salió victorioso, de Trump queda mucho por decir y analizar. Aunque no contamos con el beneficio de ver las cosas en perspectiva, creo que es justo decir que el debate en torno al republicano más intransigente, y menos políticamente correcto de los últimos tiempos, acaparará la atención por un largo rato.

Sin embargo, antes que discutir si existe un cambio de paradigma en el modo de hacer política en Estados Unidos, me gustaría enfocarme en la agenda exterior del presidente entrante, y particularmente en relación con Medio Oriente. ¿Qué repercusión tendrá Trump en la conducción de los asuntos de la región? ¿Bajo qué premisas o supuestos actuará este empresario millonario en su interacción con los líderes de cual conflictivo vecindario? ¿A qué estrategia recurrirá? La suya –por decirlo de algún modo– ¿será más garrote o zanahoria intensiva? Es decir, en la consecución de los intereses estadounidenses, ¿apelará más a la fuerza o a la cooperación? Estas son preguntas que vale la pena introducir, aunque las respuestas sean de momento tentativas, y no del todo precisas. Continuar leyendo «Donald Trump y Medio Oriente»

Líbano sale de su estancamiento político gracias a Hezbollah

Artículo Original. También publicado en INFOBAE el 08/11/2016.

Michel Aoun (izquierda) junto con Saad Hariri (derecha) en Beirut, momentos después de que Hariri anunciara que apoyaría la nominación de Aoun para convertirse en presidente, el 20 de octubre de 2016. La elección de Aoun como presidente viene a destrabar dos años y medio de parálisis política. Sin embargo esto solo fue posible gracias a un acuerdo alcanzado con Hezbollah. Gracias a la influencia que tendrá el grupo chiita en el nuevo Gobierno, la llegada de Aoun podría traer repercusiones regionales importantes. Crédito por la imagen: Mohamed Azakir / Reuters.

Michel Aoun fue electo presidente por el parlamento libanés el 31 de octubre, poniendo fin a un periodo de estancamiento político de dos años y medio de duración. Durante este tiempo, desde mayo de 2014 hasta recién, ninguna fuerza política puedo imponerse, y negociar exitosamente la composición del liderazgo nacional. Siguiendo el reglamento sectario que rige en Líbano, el flamante presidente es un cristiano maronita. Aoun tiene 81 años, es excomandate del ejército, y, en su momento, su bravura contra los sirios resultó en que en 1990 tuviera que exiliarse en Francia, donde viviría quince años. Volvió al país y a la política en 2005 tras la llamada Revolución de los Cedros, cuando Líbano se independizo fácticamente de Damasco, luego de treinta años de dominación mediante la ocupación y luego la coacción.

Desde un punto de vista regional, la asunción de Aoun ciertamente es noticia, pero gran parte de la relevancia estriba en las alianzas políticas del líder. Aunque el partido cristiano del ahora presidente, el Movimiento Patriótico Libre (FPM), logró imponerse en las internas de la bancada cristiana, tuvo que pactar con Hezbollah para prevalecer. Es decir, a los efectos de asegurar la salida del estancamiento político, el aval del movimiento chiita de Hassan Nasrallah fue decisorio. A grandes rasgos, los parlamentarios cristianos y sunitas, liderados por el expremier Saad Hariri (de la Alianza del “14 de mayo”), consensuaron una salida política, pero solamente lo lograron porque también consiguieron que Hezbollah (que encabeza la coalición rival del “8 de marzo”) apoye a Aoun. Pese a que este grupo no tiene más bancas que otras fuerzas protagónicas, el sistema político le confirió la potestad de decidir la elección del presidente, pues, para este propósito, se necesita el consentimiento de por lo menos dos tercios del parlamento.

Entre otras cosas, esto significa que, bajo la configuración sectaria de la política libanesa, el grado de discrecionalidad del presidente es relativamente bajo. A su vez, esto implica que para gobernar sus decisiones tienen que ser aprobadas por el parlamento (cuyo representante es chiita) y por el primer ministro (sunita). Consecuentemente, si bien esta no sería la primera vez en la que Hezbollah logra acaparar la atención en la escena doméstica, la milicia chiita está apuntándose una victoria importantísima; una que podría traer aparejadas repercusiones notables que valen la pena explorar. Continuar leyendo «Líbano sale de su estancamiento político gracias a Hezbollah»