La mezquita liberal de Berlín

Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 08/07/2017.

La abogada alemana de origen kurdo Seyran Ateş (derecha) inaugura la mezquita liberal bn Rushd-Goethe en Berín, el 16 de junio de 2017. La apertura de este espacio, donde hombres y mujeres pueden rezar conjuntamente, trajo duras reacciones desde la escena islámica. Crédito por la imágen: John MacDougall / AFP.

El 16 de junio abrió sus puertas en Berlín la primera autodenominada mezquita liberal de Alemania sino de Europa. Se trata de la mezquita de Ibn Rushd-Goethe, ubicada en el céntrico barrio de Moabit. La casa de culto fue fundada por Seyran Ateş, una jurista alemana de origen kurdo. Lo peculiar de esta mezquita, y la razón por la que llama tanto la atención, tiene que ver con su intransigencia hacia la tradición. Para empezar, instruye que los hombres tienen los mismos derechos que las mujeres, y ambos sexos pueden rezar en igualdad de condiciones en el mismo espacio. Tal es así que en este oratorio está prohibido ingresar con burka o niqab.

En contraste con la coyuntura islámica convencional, en Ibn Rushd-Goethe el “impudor femenino” es visto como una virtud, siendo que permite que las personas puedan interactuar más honestamente, viéndose cara a cara. Por si esto no fuese suficientemente blasfemo, la mezquita da cobijo a los miembros de la comunidad LGBT, e invita a sunitas y chiitas bajo el mismo techo; uno que en rigor pertenece a una institución luterana. Resulta que Ibn Rushd-Goethe está instalada en el tercer piso de la iglesia Sankt Johannis. Además, marcando su desvergüenza librepensadora, la mezquita combina el nombre de Averroes (1126-1198), el insigne polímata andaluciense, con el legado de Goethe (1749-1832), el literato alemán más afamado.

La inauguración de esta mezquita es motivo de celebración y a la vez motivo de indignación y revuelo. No todos los días se materializa semejante gesta liberal en el marco del islam. Por esta razón, conviene repasar la importancia de la ocasión. Por un lado, la mezquita ofrece esperanza, reivindicando la noción de que un islam verdaderamente reformista es alcanzable. Sin embargo, desde otro, la falta de aceptación hacia este proyecto retrotrae hacia el pesimismo, en tanto demuestra que el establecimiento religioso está lejos de reconciliarse con las normas seculares modernas.

En términos generales, si bien islam no hay uno solo, en su oferta de variantes religiosas aún queda por institucionalizarse una rama de claro corte liberal, como sí ocurre en las otras religiones monoteístas. Más allá de la discrepancia entre un islam moderado (wasatiyyah) y otro riguroso, lo cierto es que en la escena islámica no existe una orientación reformista de la estirpe occidental; al menos no en el sentido existente en el judaísmo y el cristianismo. Me refiero a la inexistencia de un islam que –gozando de amplia aceptación transfronteriza entre los fieles– sea cauto a la hora de condenar vicios, estando dispuesto a supeditar la sharia a la ley secular del Estado.

La ausencia de semejante costumbre liberal explica la virulenta reacción que recibió Seyran Ateş por parte de correligionarios en Alemania y en otros países. Según su propio testimonio, la abogada tiene la bandeja de entrada repleta de amenazas de muerte. Sucede entonces que la transgresora se encuentra bajo protección policial intensa.

Su iniciativa fue lapidada por al-Azhar, la institución más prestigiosa del mundo sunita, y por Diyanet, el cuerpo de juristas turcos. Ante la postura desafiante de Ateş, ambos organismos reafirmaron que hombres y mujeres no tienen permitido rezar juntos. Por otra parte, mientras Al-Azhar emitió un decreto prohibiendo la creación de estos espacios “antíislámicos”, Diyanet asoció la mezquita en cuestión con el movimiento Hizmet de Fethullah Gulen, considerado el enemigo público número por el oficialismo político turco. El gobierno de Recep Tayyip Erdogan acusa a Gulen, exiliado en Estados Unidos, de estar detrás del fallido golpe de Estado de julio del año pasado.

Afriche publicado por Dar al-Ifta al-Masriyyah, la institución islámica controlada por el Estado egipcio, para expresar la posición de la institución en relación con la mezquita Ibn Rushd-Goethe. El mensaje lee: «No a la violación de los principios de la sagrada sharia; no a a entremezclar mujeres con hombres en una línea; no a las mezquitas liberales». Crédito por la imagen: egyptindependent.com

Seyran Ateş se defendió diciendo que esta reacción la hace sentir que está haciendo lo correcto. En principio, afirmó que ella no tiene nada que ver con Gulen. Aunque dicho movimiento se presenta como la variante más centrada del islam, para Ateş representa “una interpretación demasiado conservadora”. En una columna publicada en Die Zeit, la abogada explica que el “islam conservador de la vasta mayoría de las mezquitas alemanas” no es compatible con sus convicciones religiosas. Afirma que “los imanes tradicionales a menudo no se centran en el amor de Dios y el hombre, enfatizando en cambio separaciones: entre los sexos, entre las corrientes particulares del islam, entre ‘nosotros’ musulmanes y el resto”. Según lo cuenta, simplemente se cansó de esperar a que llegue una comunidad islámica que explícitamente reafirme los valores democráticos y la equidad entre las personas. Con justa razón, escribe que “los liberales musulmanes tenemos que rescatar nuestra religión de los fanáticos: darle una cara contemporánea al islam, no tomar al Corán literalmente.” (La frase es más elocuente en su alemán original: Wir liberalen Muslime müssen unsere Religion vor den Fanatikern retten: dem zeitgemäßen Islam ein Gesicht geben, den Koran nicht nur wörtlich nehmen“. )

La fundadora de Ibn Rushd-Goethe argumenta que ya es hora de que el islam liberal sea institucionalizado a los efectos de ganar su lugar en el credo, y ser reconocido políticamente como una corriente legítima dentro de la fe. No obstante, la ola de críticas es avasallante, y refleja en su medida lo excepcional de la iniciativa berlinesa. Es interesante notar que un informe de la Deutche Welle muestra el grado de insatisfacción con el proyecto en las redes sociales, particularmente entre los árabe parlantes.

De acuerdo con Loay Mudhoon, el encargado del portal Qantara.de financiado por el Estado alemán, este recibimiento adverso era esperable. Por ello, dado que la iniciativa fue laureada entre el establecimiento político de su país, advierte contra la tentación de congraciarla con apoyo estatal; pues “un islam protegido o controlado por el Estado [sea liberal o conservador] no tendría credibilidad, y no sería merecedor de una democracia pluralista”. En este sentido, lamentablemente el observador tiene razón. Ibn Rushd-Goethe ya es vista de por sí como un intento ilegítimo por occidentalizar o aculturalizar la esencia divina del islam a la irreligiosidad europea. Así y todo, si bien no puede haber patronato del Estado hacia la religión en el contexto secular, esto sucede nominalmente en los países de mayoría musulmana, y es allí donde debe producirse una reforma.

Volviendo a las premisas, este punto de trasfondo es elemental a la hora de entender la problemática. El solo hecho de que Ibn Rushd-Goethe exista permitirá tener una discusión más seria sobre el prospecto de institucionalizar una rama liberal hoy en día inexistente en la coyuntura musulmana. Aquí el desafió más grande de esta fundadora será buscar tolerancia entre sus correligionarios, especialmente aquellos pertenecientes al mainstream. Para ello, deberá inspirar a sus seguidores a conformar una organización en distintas ciudades y capitales del continente.

Contrario a lo que a veces se da por entendido, la tolerancia no significa convivencia. La primera es la base de la última, de modo que tolerar no implica necesariamente celebrar la diversidad. Tolerar no significa estar de acuerdo con quien piense o se comporte diferente, pero aceptar que tiene derecho a así hacerlo. En este contexto, la tolerancia que busca Seyran Ateş apunta precisamente a obtener legitimidad entre los representantes religiosos. Ahora bien, será muy difícil que estos acepten su movimiento como una expresión legítima dentro del islam.

Por todo esto, aunque la apertura de la mezquita destaca que hay seres valientes dispuestos a enfrentarse a la corriente, la realidad es que la reforma del islam no se llevará a cabo de un día para otro. Como repito habitualmente en mis columnas, el cambio debe ser liderado por los propios musulmanes, y eventualmente debe ganar terreno fuera de Occidente, particularmente en el corazón del islam en Medio Oriente. El proceso podría llevar décadas o incluso siglos.