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El pasado 8 de junio dos hombres trajeados se sentaron en un café de Tel Aviv alrededor de las 9 de la noche. Veinte minutos después sacaron armas y comenzaron a disparar a mansalva. Los terroristas, procedentes de las cercanías de Hebrón, un bastión de Hamas en Cisjordania, mataron a cuatro personas, e hirieron a 7.
Así comenzó otro Ramadán violento. Pocos días después, el 12 de junio, un «lobo solitario» del Estado Islámico (ISIS) llevó a cabo el peor atentado en Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001, matando a 50 personas en una discoteca de Orlando. Más allá de las palabras condenatorias de algunos líderes mundiales, es necesario observar que hay quienes celebran este tipo de atrocidades. A raíz del primer atentado en Israel, algunos palestinos salieron a las calles para festejar lo que ellos consideran una victoria, llamando al Ramadán como “el mes de la Jihad”
En el caso palestino estas celebraciones son espontaneas. En tanto los activistas de Hamas se congratulan en las redes sociales, los funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) evitan el gesto impopular que representa condenar la violencia. Desde hace décadas los palestinos son instruidos desde pequeños a odiar a los israelíes. Se les inculca que no hay honor más alto que sacrificarlo todo, incluso la vida, con tal de expulsar al «enemigo sionista» al mar. Esta realidad, si bien no es representativa de la totalidad del colectivo palestino, es un claro obstáculo al proceso de paz, y, así cómo lo mencionaba más detenidamente en agosto, da cuenta de la radicalización de la sociedad palestina. Dado que los medios de comunicación no suelen mostrar esta faceta del terrorismo, considero conveniente compartirla en este espacio.
Según lo que reportó The Middle East Media Research Institute (MEMRI), lo que aconteció en las calles palestinas luego del atentado en Tel Aviv fue una respuesta previsible. Uno de los brazos partidarios de Al-Fatah, la organización secular que ostenta el liderazgo de la ANP, publicó un comunicado en Facebook describiendo el atentado en Tel Aviv como “una reacción natural y espontánea por personas individuales a la opción de la fuerza que Israel ha elegido y al aumento de violaciones de derechos humanos cometidos contra el pueblo palestino por parte de Israel en todas partes”.
Los órganos políticos palestinos insisten en referirse al atentado como «una operación», término que sugiere cierto trato militar al suceso. En este sentido, dada la tendencia existente a glorificar a los “mártires”, la familia de los terroristas quedaría amparada por el artículo 22.2 de la ley básica palestina, que concede protección financiera a los familiares de aquellos que se sacrifican por la causa. En efecto, la familia de los terroristas, dos primos, parece orgullosa del incidente. Esta habría comunicado mediante Facebook que lo que hicieron los asesinos, Khaled y Muhammad Makhamra, ha sido “por el bien de nuestro pueblo y de Al-Aqsa (Jerusalén), y por el estandarte de ‘no hay otro dios que Allah‘…”.
Si Al-Fatah condonó el atentado, Hamas directamente se regocijó por la sangre derramada. Ismail Haniyeh, el jefe político del movimiento islámico, publicó en su cuenta de Twitter una foto con uno de los terroristas abatido, remarcando lo siguiente: “Este es uno de los héroes que llevó a cabo la operación en Tel Aviv. Mil deseos de misericordia y luz para tu alma”.
أحد أبطال منفذي عملية #تل_أبيب. ألف رحمة ونور على روحكم الطيبة pic.twitter.com/K59pbHypIC
— إسماعيل هنيّة (@IsmailHaniyyeh) June 8, 2016
Según lo reportó MEMRI, el portavoz de Hamas, Husam Badran, prometió «más sorpresas» en el curso del Ramadán: “Esta operación fue la primera señal buena de Ramadán para nuestro pueblo, para la resistencia valiente, y la primera sorpresa de los que esperan al enemigo sionista este Ramadán. La acción heroica llevada a cabo cerca del Ministerio de Defensa israelí fue un duro golpe al prestigio del sistema defensivo israelí”.
Mushir al-Masri, un parlamentario de Hamás, dijo: “Damos nuestro beneplácito a la operación en Tel Aviv que trajo la muerte de cuatro sionistas. Es una reacción natural a los crímenes de Israel en Cisjordania y en Gaza, y quiso signar que la Intifada de Al-Quds [Jerusalén] continúa”.
Las encuestas revelan que el apoyo a estos ataques contra civiles israelíes no es exclusivo del liderazgo palestino. Un reporte del Pew Research Center, de septiembre de 2013, sugiere que el 62% de los musulmanes palestinos opina que los ataques suicidas a veces pueden ser justificados. En noviembre de 2015, de acuerdo con el Palestinian Center for Public Opinion (PCPO), el 42% de los palestinos estaba a favor de un levantamiento violento contra Israel. En diciembre, el Palestinian Center for Policy and Survey Research (PSR) mostró algo similar. Según este centro, el 67% de los palestinos apoyaba los ataques con cuchillos contra israelíes. Por último, en base a lo informado por el Jerusalem Media Comunication Center (JMCC), en abril de este año, casi la mitad de los jóvenes palestinos en Cisjordania (un 46.4%) apoya los acuchillamientos. En Gaza, donde gobierna Hamas, esta opinión es representativa del 78.6% de la juventud.
La estadística no es una ciencia exacta, y las encuestas pueden ser falibles. Sin embargo lo importante es que revelan una disposición alarmante hacia la violencia entre los palestinos. Asimismo, se observa que las consignas políticas vienen de la mano con consignas religiosas, que buscan conferir mayor legitimación a los actos de violencia.
Esta es una realidad que no suele ser presentada debidamente por los medios de comunicación.