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Existe una opinión interdisciplinaria entre muchos analistas que supone a India y a China como las potencias dominantes del siglo XXI. Implícito en este escenario habría un papel menor para Estados Unidos, viéndose su proyección global reducida, por lo pronto en términos relativos con el presente. En el futuro aparentemente habrá un balance internacional que le será desfavorable. Ya no será la única superpotencia, y en función del ascenso de otros actores, principalmente los recién mencionados, tendrá que lidiar con un sistema virtualmente multipolar. Sin ir más lejos, en lo que respecta a Medio Oriente este proceso ya parece estar ocurriendo, y no necesariamente por las acciones de terceros actores. Por el contrario, las propias decisiones de la Casa Blanca, de no ser revertidas, podrían apresurar el fin de la hegemonía estadounidense en la región.
La administración de Barack Obama no ha entendido la idiosincrasia de Medio Oriente e inadvertidamente se ha encargado de mermar la posición de Estados Unidos tanto entre sus aliados como entre sus enemigos. Obama les soltó la mano a aliados tradicionales como Hosni Mubarak y Zine Ben Ali, y estuvo dispuesto a reconocer a mandatarios islamistas. Apoyó a la mayoría de las protestas masivas en el mundo árabe, pero no a aquellas en Bahréin o Irán. Supuso también que podría enmendar las relaciones con Siria e Irán, cuyos regímenes están empedernidos por exportar terrorismo y desestabilidad. Luego de permanecer cerrada por seis años, en enero de 2011 Estados Unidos reabrió su embajada en Damasco; y sin embargo, tan pronto comenzó la guerra civil siria unos meses más adelante, Obama exigió que Bashar al-Asad diera un paso al costado. Pese a reiteradas líneas rojas establecidas para aplacar al Gobierno sirio, en este frente Obama no se atrevió a comprometerse. En tanto, en la contienda libanesa, Estados Unidos “lideró desde atrás”. Por otro lado, el presidente aceleró la retirada estadounidense de Afganistán e Irak, y al aparecer luego el Estado Islámico (ISIS), actuó con letargo y sin contundencia.
Bien, por cuantos errores estratégicos se hayan dado durante su gestión, nada se coteja con el impacto duradero que podrá tener el acuerdo recientemente firmado con Irán en virtud de su programa nuclear. Continuar leyendo «¿El fin de la hegemonía estadounidense en Medio Oriente?»