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La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) causó desconcierto en la política británica, y conmoción en la arena internacional. Entre otras cosas, Gran Bretaña tendrá ahora que elegir a un nuevo primer ministro, renegociar centenares de contratos con el bloque europeo, esclarecer su política migratoria, y mitigar, especialmente a corto plazo, el impacto económico que trajo consigo la caída de la libra.
En efecto, existe mucha especulación sobre que pasará a continuación. Para los partidarios del Brexit, este representa la “independencia” británica de los burócratas de Bruselas. Para sus detractores, la disociación pone en riesgo la misma continuidad del Reino Unido como tal. Existen amplios sentimientos separatistas entre los escoceses, y estos podrían llegar a buscar un segundo referéndum. Por otro lado, a razón de lo acontecido, muchos conjeturan que el final de la UE podría asomarse por el horizonte. Para los proeuropeos, existe el riesgo de que, en lo sucesivo, otros países sometan a referéndum su membrecía en dicho proyecto de integración continental.
Ahora bien, ¿cómo se ha tomado esta noticia en Medio Oriente? Varios analistas y comentaristas enfocados en la región se han ocupado de evaluar esta cuestión.
Arabia Saudita y las monarquías del Golfo
Según lo publicado por Ahmed Al Omran y Nikhil Lohade en The Wall Street Journal, Arabia Saudita y las petromonarquías del Golfo están reevaluando sus inversiones en libras y en euros. El Brexit ha causado un desplome histórico de la libra, y el euro se encuentra inestable, y por lo pronto no se sabe cuándo recuperará su valor.
Estos países miden sus economías en dólares, y están buscando diversificar sus ingresos, e invertir en el extranjero para remediar su dependencia casi exclusiva del petróleo. En este aspecto, Emiratos Árabes Unidos y Qatar llevan la iniciativa, ya que vienen invirtiendo fuertemente en Europa desde hace una década. Estas inversiones, que abarcan cifras multimillonarias, ayudaron a traer liquidez a los mercados europeos luego de la crisis global de 2007-2008, y la crisis de la deuda europea de 2010.
De acuerdo con Joulan Abdul Khalek, en 2015, cuatro de los diez principales fondos soberanos de inversión en el mundo se encontraban en los países del Golfo árabe, representando un total cercano a los 2 billones de euros. Las cifras, aunque basadas en estimaciones privadas, dan cuenta de la magnitud de la influencia árabe en las finanzas globales. Al caso, Khalek indica que para 2014, las inversiones del Golfo en la UE habrían alcanzado los 73 mil millones de euros, frente a unos 8 mil millones en 2004.
Khalek, que escribía un año atrás, ya detectaba el surgimiento de una nueva tendencia, por la cual las petromonarquías invertirían más en la escena doméstica, y en los mercados emergentes de Asia. Para este economista, la Primavera Árabe mostró la necesidad de invertir en infraestructura para mermar el clamor de reforma popular, y están abriéndose muchas oportunidades en el Extremo Oriente. Además, cita que los inversores tienen miedo a que sus proyectos se vean truncados por barreras o ataques causados por un sentimiento islamófobo en Europa.
En base a estas consideraciones, es muy plausible dar por sentado que Brexit ponderará extensamente en el cálculo de los Estados del Golfo, sobre todo considerando que futuras “salidas” hipotéticas, notoriamente el Frexit (Francia), podrían ser sumamente dañinas a la estabilidad y a la solidez del euro. En suma, el clima de incertidumbre política y económica suscitado por la salida de Gran Bretaña podría mermar el flujo de capitales hacia el Viejo Continente.
Egipto
Escribiendo para Daily News de Egipto, Ahmed Adly afirma que el Brexit es algo bueno para el país del Nilo. De acuerdo con Taher El-Sherif, el secretario general de la Cámara de Comercio Egipcia-Británica, muchas compañías del Reino Unido buscarán asentarse en otros mercados, puesto que habrá más dificultades para acceder a la plaza europea. Dado que existen descuentos tarifarios en el comercio bilateral, la fuente sugiere que Egipto será “el destino número uno” de muchos empresarios anglosajones.
No obstante, los buenos augurios no son compartidos por todos. El Brexit sacudió el mercado de valores egipcio, provocando una caída en los principales índices. Ahmed Shafiq y Mahmoud Fouly discuten que lo que pasó en Europa tomó por sorpresa a los inversores y accionistas, y que, consecuentemente, en tanto no se aclare el panorama, las exportaciones de Egipto a Europa podrían verse afectadas. En paralelo, a medida que la libra y el euro se acerquen a la paridad con el dólar, Egipto tendrá más capacidad para importar de Europa. Por esta razón, Mohamed Farid, experto en finanzas, recomienda que el Banco Central de Egipto devalúe la libra egipcia, para así alcanzar una mayor competitividad económica.
En relación con lo mencionado anteriormente, de acuerdo con Moshen Adel, otro experto en la materia, Egipto podría aprovechar la situación para atraer más inversiones provenientes del Golfo, que constituyen actualmente la segunda fuente de inversión foránea en el país. En resumen, y tal como lo confirma un informe de la firma local Naeem Brokerage citado por Daily News, la incertidumbre es un factor que arroja pronósticos ambivalentes, y que podría impactar seriamente en las inversiones egipcias en el extranjero y viceversa.
Israel
En Israel, el Brexit suscita preocupaciones importantes de índole política. En su esfuerzo por asegurarse que el electorado judío británico vote por la permanencia en la Unión Europea, David Cameron dijo que, de quedarse en Europa, Gran Bretaña podría apoyar a Israel “desde el interior de la habitación”. Según la opinión de varios analistas, esta es una aseveración acertada. Así lo confirman Barak Ravid, Jaques Lafitte, Raphael Ahren, Oden Eran y Vera Michlin-Shapir. Si bien se espera que la UE, al estar más complicada por problemas europeos, reste prioridad al conflicto israelí-palestino, también es factible que Israel pierda a un intermediador que ha mostrado cierta comprensión por las inquietudes hebreas. En este sentido, creo que –paradójicamente– en Europa también podría ocurrir lo contrario. El conflicto-israelí palestino se está transmutando en un tema doméstico –especialmente en Francia– utilizado (sin éxito) para apaciguar al número crecientes de musulmanes europeos, altamente sensibilizados por los agravios que expresan los palestinos.
Por otro lado, aunque una Unión Europea sin Reino Unido significa más tiempo de micrófono para países diplomáticamente hostiles a Israel, como Irlanda y Suecia, también implica más tiempo para sus aliados, principalmente Alemania y República Checa.
En lo comercial, es plausible que, similar a lo expuesto en función del caso egipcio, Israel atraiga inversiones británicas. Pero como expresa Gabriel Ben-Tasgal, el bloque europeo constituye el principal destino de las exportaciones israelíes, y, tal como lo marca Lafitte, actualmente hay 16 empresas tecnológicas en la bolsa londinense. En teoría, la salida británica anularía el fácil traspaso de capitales israelíes desde Gran Bretaña a Europa (y el Banco Hapoalim tiene activos en la isla). Así y todo, Ben Tasgal es optimista porque alega que la mayoría de las exportaciones israelíes a Gran Bretaña se concentran en áreas que no se ven afectadas por dificultades económicas momentáneas, como lo son la industria farmacéutica, química y aeronáutica.
Irán
Irán debe ser el único país, luego de Rusia, que tiene motivos políticos concretos para celebrar el Brexit. No por poco, funcionarios gubernamentales salieron a expresar su satisfacción. Hamid Aboutaebi, secretario político de Hassan Rouhani, dijo que la salida británica representa una “oportunidad histórica” para Irán –y posiblemente tenga razón.
El Brexit simboliza un duro golpe al proyecto de una Europa federal, y, a la vez que desarticula la integración continental, la Unión Europea queda paralelamente debilitada. Como bloque político de suma trascendencia internacional, la EU es uno de los actores necesarios para monitorear y supervisar el estado de los reactores nucleares persas.
Al igual que lo adelantado arriba en relación al conflicto israelí-palestino, una UE más consternada por asuntos europeos que por asuntos externos al bloque es una UE más pasiva frente a Irán. Lo que es más, a la par que el euro se deprecia, habrá mayor interés por parte de Europa por preservar y expandir los prospectos comerciales con Irán, abiertos gracias al acuerdo nuclear (o JCPOA, por las siglas oficiales del acuerdo en inglés,) firmado el año pasado. Además, a Irán le resultaría más conveniente negociar de forma bilateral con los países europeos, sin tratar con el bloque regional conjunto, el cual está obligado a remitirse a las normas vinculadas con los derechos humanos sancionadas por los eurodiputados.
En lo concerniente a la materia económica, aún no es posible medir el impacto. Irán recién está comenzando a abrirse a las economías occidentales, de modo que no hay suficientes referencias para pronosticar tendencias.
Jordania
The Jordan Tmes reporta que Amán está discutiendo las posibles ramificaciones del Brexit en la economía nacional. En línea con lo expresado anteriormente, es probable que los acontecimientos en Europa tengan consecuencias negativas.
Jordania depende en gran medida del turismo para sostener su economía (el 23% de su PBI), y este ha caído espectacularmente con motivo de los conflictos regionales, que juegan negativamente en la percepción de los turistas occidentales. Desde este lado, si bien un estudio adecuado es necesario, cabría esperar que, tras la devaluación del euro, la tendencia se acentúe.
Más importante todavía, aunque este tema no es discutido públicamente, es factible que el Brexit complique el prospecto del reino hachemita de conseguir asistencia financiera, a los efectos de dar respuesta a la presente crisis de refugiados, que amanezca con desestabilizar al de otro modo estable Estado jordano. La salida británica de la UE, la caída del euro, y la preocupación por la desintegración política de Europa, probablemente dificulten el prospecto de que Amán reciba más dinero para tratar con este problema.
Líbano
En base a lo escrito por Dana Halawi en The Daily Star, Líbano se beneficiará momentáneamente con la salida británica de la UE. Como la economía libanesa se mide en dólares, y Brexit bajará el precio del euro frente a otras divisas, los gastos de las importaciones desde el continente europeo serán menores. Esta dato podría ser relevante, especialmente porque la economía libanesa transita una situación sumamente precaria, como resultado de una gestión pública pobre, y las disputas sectarias de Medio Oriente.
El economista Ghazi Wazni señala que el 30% de las importaciones libanesas, valuadas en 6 mil millones de dólares, provienen de Europa. Paralelamente, la relación comercial entre Líbano y Gran Bretaña es mínima, en tanto los libaneses importan de los británicos 600 millones de dólares por año, mientras exportan solo 40 millones.
Otros beneficios tienen que ver con el precio del oro y el precio del petróleo. El Banco Central del Líbano está segundo en la cantidad de reservas de oro disponibles en Medio Oriente (luego de Arabia Saudita), y esto implica que, frente a una situación de extrema necesidad –si el análisis anterior prueba fallar– el país estará mejor parado para liquidar reservas, y poder así estabilizar la libra libanesa. En cuanto al petróleo, dado que el Brexit bajó el precio del crudo, el país podrá ahorrar mucho dinero en su tarifa energética, una de sus principales importaciones. En resumen, no hay motivo para suponer que el Brexit pueda alterar negativa y significativamente la balanza comercial.
Turquía
En la coyuntura turca, el Brexit arroja resultados amargos dentro de lo económico como lo político. Según lo reportado por Yeliz Candemir para The Wall Street Journal, los mercados turcos sintieron el oleaje económico del Brexit, y la lira turca se depreció en un 5%. De momento, dentro de lo previsible, se espera que las exportaciones turcas a la UE y a Gran Bretaña bajen, producto del desaceleramiento económico del continente. En este punto, otros analistas conceden que el flujo comercial ya estaba decayendo desde antes del Brexit, de modo que los empresarios ya estaban preparándose para una caída. Hasta ahora, las exportaciones a la UE representaban el 44.5% del total de las exportaciones turcas.
Haciendo una proyección a mediano plazo, la Asamblea de Exportadores Turcos expresó tranquilidad, sosteniendo que hay dos años para renegociar contratos con Londres y Bruselas, cosa que permitirá –una vez que se disipen las nubes– hacer un mejor balance de la situación.
Ahora bien, es en la escena política donde el Brexit hizo más ruido. Tal como lo marca a la perfección Semih Idiz, los brexiters emplearon a Turquía como “el coco” para asustar a los británicos a votar por la salida. El hecho de que sectores ingleses insistieran en que Turquía podía unirse a la Unión Europa, equiparando este caso con un apocalipsis, causó profundo malestar en Ankara, y en los círculos islamistas del presidente. El mismo David Cameron, para tranquilizar a los votantes, afirmó que Turquía no sería miembro del bloque hasta dentro del año 3000.
Entre otras consideraciones en boga, geopolíticamente hablando, los analistas tienen en claro que el Brexit le cierra definitivamente la puerta a Turquía, que hasta ahora intentaba integrarse (sin éxito) a la UE. A la crisis de refugiados iniciada el año pasado, que tensionó las relaciones entre europeos y turcos, ahora hay que sumarle el miedo de Bruselas. En el remoto caso de que Turquía sea aceptada, las plataformas populistas, antinmigración y antieuropeas, ganarían muchísimo apoyo amparándose en los resquemores de la población. Con sus 76 millones de habitantes, Turquía sería el segundo país más poblado de la UE luego de Alemania. Pero mientras la tasa de natalidad de Alemania es de 1.38, la de Turquía es de 2.06.
Se cree que el discurso antiinmigración y el argumento antiturco favoreció en gran medida a los partidarios de la salida británica. Por ello, en tanto las plataformas populistas de derecha van ganando bancadas en los foros del continente, sería de esperar que, en el remoto caso de que Turquía sea aceptada, la Unión Europea firme su propia sentencia de desunión.