Los verdaderos Inmaculados de Daenerys Targaryen

Artículo Original.

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El personaje de Daenerys Targaryen, interpretado por Emilia Clarke, frente a su ejército de «Inmaculados». En Juego de tronos (Game of Thrones) se los presenta como guerreros esclavos, entrenados y preparados para luchar y morir por su amo; y tienen un paralelo histórico con los ejércitos islámicos. Crédito por la imagen: HBO.

Nunca leí la saga literaria de Juego de tronos (Game of Thrones), ni de momento pienso hacerlo. Pero soy un fiel seguidor de la serie televisiva producida por HBO, y de a poco voy comprendiendo, entusiasmado, las dinámicas políticas y la realpolitik detrás de los Siete Reinos, cada uno pintorescamente diferenciado del otro, con casas reales propias, y, hasta donde la serie muestra, un vestuario y tradiciones particulares que en cierta medida reflejan similitudes con las culturas humanas verdaderas, en algún momento de su historia. Una de las primeras observaciones que hice, y que por cierto no tiene trascendencia a los efectos de arruinarle la trama a alguien con adelantos o spoilers, es que los ejércitos esclavos de la serie tienen un paralelo notorio con los verídicos ejércitos esclavos islámicos, tradicionalmente empleados como cuerpos de élite por las dinastías musulmanas, por prácticamente un milenio, desde comienzos del siglo IX hasta principios del siglo XIX.

En la serie, y me doy por enterado que en la literatura también, el personaje de Daenerys, la última descendiente y aspirante al trono de la casa real Targaryen, llega a la Bahía de los Esclavos, en el continente de Essos, como un eventual resultado de su exilio en tierras foráneas. Daenarys, interpretada por Emilia Clarke, es una hermosa y astuta líder ávida por construir un legado y eventualmente recuperar su trono. Para ello se vale de su sexualidad, desde luego con los hombres, y de su intachable carisma con las masas, de modo que el espectador pronto cae en la cuenta que a la chica Targaryen le depara un prominente futuro. Al llegar a estos lejanos dominios en donde la sociedad está polarizada entre aristócratas y esclavos, Daenarys queda estupefacta con indignación y ordena liberar a los encadenados. Con el trasfondo de una impresionante ciudad llamada Meereen, asentada bajo la sombra de una pirámide gigante, Daenarys se convierte en “Mhysa”, la madre de los desposeídos; una suerte de deidad al estilo litúrgico de Eva Perón, que comanda respeto y admiración.

No obstante, paradójicamente, la razón por la cual nuestra femme fatale puede derrotar a las fuerzas del viejo orden para revolucionar la vida de millares, es que logra ponerse al mando de un ejército de esclavos conocido como “los Inmaculados” (The Unsullied). Según lo revelado, esta fuerza se compone de disciplinados guerreros, capturados, entrenados y adiestrados desde pequeños para obedecer la voluntad de sus jefes. Al Inmaculado se lo forma con un estricto régimen espartano, que apunta a deshumanizar al soldado y convertirlo en una máquina para la guerra.

En términos genéricos, este arquetipo del guerrero perfecto tiene un sonante paralelo en la historia islámica. Los ejércitos esclavos, tipificados y mejor conocidos por los mamelucos y los jenízaros, procedían generalmente de familias cristianas, pues no era propicio, legalmente hablando, que un musulmán tomara como esclavo a otro musulmán. Tampoco sería pertinente que la leva se efectuase entre los no musulmanes gobernados por una autoridad islámica, quienes debían pagar impuestos de capitación para ganarse el derecho a la protección. La solución – hecha la ley, hecha la trampa – consistía en tomar a niños no musulmanes de la periferia de la entidad política rectora, que no habitaran en zonas directamente influenciadas por la ley islámica. Una vez llevados al país islámico propiamente dicho, los jóvenes eran forzados a convertirse al islam y a entrenar durante cinco a ocho años hasta convertirse en adultos. A diferencia de un esclavo corriente, coaccionado a llevar a cabo los quehaceres para su amo, el esclavo guerrero estaba convencido hasta la médula de su papel, adoptando su estatuto como una dignidad, identidad, y causa de orgullo.

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Los «Inmaculados» en formación. Crédito por la imagen: HBO.

Irónicamente, el camino del guerrero esclavo podía conducir a un elevado nivel de vida sino de prestigio, envidiado por los hombres libres. Aunque esclavos, estos cuerpos accedían a la élite gobernante y se integraban a ella. Dada su lealtad, los esclavos militares ocupaban importantes posiciones y podían beneficiarse de riquezas y placeres cotidianos. Por ello, más allá de la connotación negativa del término, el esclavo, si fue entrenado y programado para la guerra, podía elevarse a grados de poder virtualmente inaccesibles para los ciudadanos comunes. En este sentido, la figura del guerrero esclavo, aunque nada tenía que ver con los postulados de la religión, se convirtió en un ideario en el mundo islámico, al punto que los historiadores asientan que familias musulmanas intentaban, a veces con éxito, introducir a sus hijos en dicho sistema para la ascensión social.

En Juego de tronos, por lo menos hasta la cuarta temporada, puede apreciarse cómo Gusano Gris (Grey Worm), el capitán de los Inmaculados, se va ganando la confianza de Mhysa, la madre de los damnificados, y actúa, con incuestionable lealtad, como consejero de la gran jefa. Prestamente, este es el patrón por el cual los soldados esclavos podían ascender a lo más alto de los escalafones de poder.

El uso de ejércitos esclavos en el mundo islámico fue una experiencia sin parangones en ninguna otra parte del mundo. Aunque entidades políticas de diversas regiones y culturas apelaron a la instrucción militar estricta para formar unidades especiales prolíficas para la guerra, solo los musulmanes utilizaron esclavos, mayoritariamente procedentes del Cáucaso y los Balcanes, para desarrollar una institución que contribuyó significativamente con el éxito militar de las entidades islámicas.