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Lionel Messi, el astro del fútbol mundial, suscitó revuelo en Egipto por hacer un gesto que parece inocente, y que, sin embargo, en la cultura árabe es considerado el peor insulto. Durante una entrevista para la televisión privada egipcia (MBC MASR), transmitida el 26 de marzo, “La Pulga” ofreció donar sus botines para caridad, para ser subastados en beneficio de niños carenciados. Lo que el futbolista no sabía, es que en el contexto árabe los zapatos tienen una connotación negativa, en tanto se asocian con el barro y la suciedad.
El ofrecimiento, hecho con buena voluntad, se interpretó como un insulto, y las redes sociales estallaron con comentarios funestos contra quien, de otra manera, seguiría siendo el ídolo de los entusiastas deportivos locales. Es probable, precisamente por esta razón, que el “insulto” ofendió más porque salió de Messi y no de un despistado cualquiera.
No obstante, en todo caso, esta es una pequeña muestra de lo mucho que importan las tradiciones en las sociedades árabes, y lo resistentes que son las alucinaciones conspirativas. Además de dramatizar la situación –siendo que Messi evidentemente no tenía mala intención– a modo de inflar el perjuicio, algunos comentaristas rebuscados vincularon al argentino con Israel. Otros, más honestos por fortuna, minimizaron el hecho, advirtiendo lo mal que tiene que estar una sociedad para fijarse en tales trivialidades intrascendentes.
La presentadora del programa que lo entrevistó, Mona El-Sharkawy, lo halagó diciendo “Messi suele ayudar a obras de caridad en todo el mundo, y estos botines formarán parte de una de sus aportaciones”. Según El-Sharkawy, en ningún momento se especificó que la subasta sería para los niños egipcios, o para ningún grupo en particular. En realidad, parece que el show acostumbra a pedir a sus invitados algún souvenir para quedar bien. “Esto es muy falso. Es típico de nuestro programa pedirle algo a nuestro invitado y poner eso en subasta para caridad” –dijo la presentadora en una entrevista telefónica.
Imágenes del polémico programa, «Sí, soy famoso», cuando Messi le ofrece a Mona El-Sharkawy sus botines.
Para la imagen de Messi, penosamente, el daño ya está hecho. El parlamentario Said Hasasin, también un hombre de los medios, salió al aire un día después de la entrevista a Messi, y puso el grito en el cielo. Dada la impronta global de la estrella rosarina, las declaraciones de Hasasin probablemente hayan sido traducidas a todos los idiomas: “Messi, los egipcios somos 90 millones de personas, que tienen orgullo y zapatos. No comemos del dinero del calzado de otras personas. Si hubieras donado tu indumentaria del Barcelona a los egipcios, se hubiera aceptado. Pero, ¿solo los botines?” Seguidamente afirmo, “¿a quienes quieres vender tus botines Messi? ¿Cuánto pensás que te van a dar por ellos? ¿Acaso no sabes que la uña de un bebe egipcio vale más que tus botines? ¡Quédatelos!”
Hecho una furia, el presentador se sacó sus propios zapatos, los mostró a la cámara, y afirmó que los donaría a los pobres niños de Argentina. Sintetizando su idea, y resumiendo el sentimiento de muchos, sentenció “a nosotros los egipcios no nos habían humillado tanto en 7.000 años de civilización”.
En las redes sociales los indignados también se dieron manija. “Esto es de lo más desagradable. Le pagaron miles de dólares y al final dona sus botines y la presentadora estúpida está feliz”, tweeteó un usuario (@Sala77ar7ash). Otro (@sulimanahmad670) publicó, “El nombre de Egipto es más grande que los botines de Messi. Este es un gran insulto a Egipto”.
Como puede verse aquí, en el Hashtag “Los botines de Messi para los de Al-Sisi” (#حذاء_ميسي_لشعب_السيسي) miles de usuarios acudieron a Tweeter para expresar su descontento. De acuerdo con la BCC, la etiqueta fue utilizada más de 15.000 veces. En particular, puede verse que los islamistas se tomaron la cuestión más a pecho, aprovechando el percibido insulto para hacer política. De algún modo relacionaron al astro del fútbol con el rais egipcio. Según está lógica, “el peor insulto para los egipcios, lo debería recibir el presidente, a quien la oposición le acusa de haberse robado el país. Este uso político del hecho recuerda al incidente que dio la vuelta al mundo, cuando en 2008 un periodista iraquí le lanzó sus zapatos a George W. Bush.
En otra conexión disparatada, muchos usuarios vincularon a Messi con los judíos y con los sionistas. Esto puede verse como otro indicador de la paranoia que corre por las calles árabes en relación a Israel. Más notoriamente, tal como reportaron los medios, el tema prendió en el portavoz de la Federación Egipcia de Fútbol, Azmi Mogahed. Conversando al aire con Hasasin, el presentador dijo que Messi era judío. En respuesta, Mogahed afirmó: “sé que es judío, dona dinero a Israel y visitó el Muro de los Lamentos…y no necesitamos sus botines, y los pobres de Egipto no necesitan ayuda de alguien con ciudadanía judía o sionista”. Mogahed solo tenía que hacer una búsqueda por internet para constatar que el ídolo del FC Barcelona se crió en una familia católica.
Messi visitó el Muro de los Lamentos en el marco de una visita grupal por la paz organizada por el FC Barcelona en 2013. El año siguiente, el futbolista participó de un partido especial, convocado por el Papa Francisco en Roma, con el fin de promover la coexistencia religiosa, y apoyar iniciativas de beneficencia. Aparentemente, Mohamed Aboutrika, un referente del fútbol egipcio, rechazó la invitación, excusándose en la “participación sionista”, en referencia al mediocampista israelí Yossi Benayoun, que sí participó del encuentro.
En la cultura árabe el antisionismo se ha convertido en un virtual sinónimo de antisemitismo. En el mercado de expresiones locales, “israelí” y “judío” son sinónimos indiferenciados. Y tal como puede apreciarse tras el desliz cultural de Messi, “judío” es un insulto común y corriente. Cualquier idiota puede salir en televisión –decir pavadas– y salirse con la suya. De esto, lamentablemente, los medios no se hicieron mucho eco. Desde lo personal tengo experiencia con esta creencia popular, especialmente conversando con jóvenes de una organización internacional –supuestamente apolítica– llamada AIESEC. Muchos voluntarios árabes sostienen creencias similares, y gracias a ellas, Israel no es admitido en la red internacional de esta entidad, sin fines de lucro, y dedicada paradójicamente a generar entendimiento multicultural.
En definitiva, si usted piensa viajar a algún país árabe, debe tener presente que regalar su calzado es el peor insulto. Si quiere quedar bien, dibuje judíos o israelíes en la suela de sus zapatos y muéstrelos orgulloso. Más de uno lo felicitará. En algún punto, parecería que lo que dice un usuario de Twitter (@tanyaradzwa_) se aplica en el caso de personas como Hasasin y Mogahed: “aún si donaras ‘el más allá’ que el mundo musulmán atesora más que al sentido común, todavía serías asesinado por blasfemia”.
Bien, así y todo, por fortuna, muchos egipcios sí tienen sentido común, y son lo suficientemente sensatos para percatarse que lo de Messi fue un error, y que lo de donar sus botines fue con buena intención. Me gustaría creer que así piensa la mayoría de la población. Reflejando esta reflexión, el exfutbolista Ahmed Mido escribió: “Lo más preciado de un escritor es su pluma y lo más preciado de un futbolista son sus botines. Espero que acabemos ya con las falsas acusaciones”.