Artículo publicado originalmente en POLÍTICAS Y PÚBLICAS el 13/07/2016.

En la escuela me enseñaron que la Revolución francesa es uno de los grandes hitos de la historia. No cabe duda de que se trató de uno de los eventos más dramáticos en la historia occidental, sino universal, y que, además de auspiciar el inicio de la Edad Contemporánea, inspiró a generaciones de líderes, patriotas y revolucionarios. Como argentino, me dijeron que los fundadores de nuestra nación se imbuyeron en el espíritu francés, y en la ilustre idea de que todo pueblo tiene derecho a sublevarse contra la tiranía. La narrativa que me enseñaron se resume en una línea. Como lo marca una francófila en La Nación, a propósito del bicentenario de nuestra independencia, “El Iluminismo francés, como contracara del absolutismo español que dominaba la región, inspiró la independencia de nuestro continente [americano]”.
Pero la Revolución también tiene otra cara. Esta visión idealizada de aquel eslogan inmortal –“liberté, égalité, fraternité”– se olvidó de la expresión punzante que lo acompaño –“ou la mort” (“o la muerte”). La épica francesa que figura en los manuales no describe los acontecimientos con la debida honestidad. En consecuencia, la nuestra es una perspectiva viciada por un idealismo, casi morboso, por el sacrificio en pos de causas nobles. Así, tal como canta nuestro himno, nuestro patriotismo se regocija en la noción de una muerte gloriosa, un honor neoclásico puesto de moda por los jacobinos galos. Esto, que para algunos es hermoso, para mi es algo trágico.
¿No fue la Revolución francesa la primera experiencia totalitaria de la contemporaneidad? Si bien impartió el progresivo elemento de ciudadanía, ¿no inauguró también la idea de que esta excluye a ciertos enemigos internos? La llamada “voluntad general”, ¿no será acaso un artilugio de dominación, propio del arrojo de los déspotas? En rigor, como fenómeno histórico radical, el estandarte tricolor fijó los tonos y matices de todos los totalitarismos seculares del siglo XX. Con la Revolución, la loable concepción de un Gobierno representativo devino en populismo “ilustrado”, dando comienzo a una tendencia filototalitaria, presente hasta la actualidad; provista de movimientos dedicados a utopías igualitarias (sociales) como ascéticas (románticas). Continuar leyendo «Un comentario acerca de la Revolución francesa»