Perfiles yihadistas: cifras y datos relevantes

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Algunas crifras dan cuenta de tendencias entre yihadistas, y podrían ayudar a comprender mejor el fénomeno de radicalización. En la imágen, Abdelhamid Abaaoud, el jóven belga que planificó los atentados de noviembre de 2015 en París. Montaje propio, crédito por la imágen: AFP.

Existen cifras relevantes para comprender la envergadura de uno de los desafíos a la seguridad más grandes: el prospecto de más ataques terroristas llevados a cabo por yihadistas. Dada la relevancia de esta discusión, es conveniente repasar algunos datos para ubicar tendencias. En este aspecto, según lo constatan algunos informes, la evidencia sugiere que los terroristas europeos, a diferencia de sus contrapartes en África del Norte y Medio Oriente, suelen contar con antecedentes penales.

Este dato sugiere que un criminal convertido en yihadista tiene más posibilidades de aprovisionarse con armamento, gracias a contactos en redes de traficantes. Además, dado que el yihadismo ofrece martirio como una forma de redención, individuos radicalizados tienen motivación para perpetrar ataques, incluso a costa de perder sus propias vidas.

Yihadistas retornados a Europa

Según un reporte encargado por la Comisión Europea, publicado en noviembre de 2016, hasta abril de 2016 por lo menos 42.000 combatientes extranjeros participaron en las filas del Estado Islámico (ISIS) en Siria o en Irak. Otra fuente, el Valdai Discussion Club ruso, sitia la misma cifra entre los 22 y los 30.000. No obstante, ambas instituciones coinciden en que habrían alrededor de 5000 militantes de origen occidental, de los cuales 1500 habrían regresado a sus países de origen. El club Valdai indica también que entre el 6 y el 23% de los combatientes extranjeros serían conversos al islam. En términos absolutos, la mayor parte de los voluntarios extranjeros proceden de Francia.

Estadísticas recolectadas por el Valdai Discussion Forum que ilustran el riego de yihadistas que retornan a Europa.

El informe de la Unión Europea destaca que, si bien se han implementado programas para rehabilitar yihadistas, no existe información concreta al día de hoy que demuestre fehacientemente si dichas iniciativas son exitosas, y si contribuyen a reducir la reinserción del individuo a un entorno extremista. Esto se debe a la falta investigación y evaluación, cosa que manifiesta la necesidad de más estudios, que subsecuentemente contribuirán en el esbozo de políticas públicas más efectivas. Por eso, los autores del reporte indican que no hay un parámetro definido sobre qué constituye el éxito en la reintegración de terroristas a la sociedad. En otras palabras, más allá de la existencia de programas de desradicalización, no hay evidencia suficiente como para determinar rigurosamente hasta qué punto dichas iniciativas funcionan.

Los yihadistas europeos tienden a tener antecedentes penales

Otro informe, publicado en octubre de 2016 por The International Centre for the Study of Radicalisation and Political Violence (ICSR), indica que muchos de los yihadistas europeos tienen antecedentes penales. La realización proviene de una muestra compuesta por 79 perfiles, de los cuales 45 estuvieron en la cárcel previamente a verse radicalizados. Entre estos últimos, 12 se radicalizaron estando encarcelados. En este sentido, análogamente a las redes criminales, los círculos extremistas estarían reclutando en entornos sociales cerrados, aprovechando los vínculos personales de los miembros que ya están comprometidos con la causa. Para ello —tal como marca la fuente— la narrativa yihadista apela a las necesidades personales de los criminales, confiriendo, a través de la ideología, licencia o legitimidad para cometer más crímenes en nombre de una misión trascendental, y que paradójicamente los exonera de todo mal pasado. Los autores del documento llaman a esta licencia “narrativa redentora”. En otras palabras, ofrecen un sentido de propósito y dirección, redirigiendo pulsiones criminales mediante una ideología mimetizada con la religión.

Sobre esta conexión entre crimen y terrorismo islámico, el reporte añade que el 40% de los complots terroristas en Europa se financian parcialmente con delitos menores, como la venta de drogas, hurtos, y la compraventa de bienes robados. De este modo, los yihadistas que provienen de la criminalidad hacen lo que mejor saben hacer, solo que para un propósito por descontado más siniestro.

De acuerdo con el estudio de ICSR, las prisiones son caldo de cultivo para yihadistas. Los apologistas pueden predicar entre “hombres jóvenes enojados” con relativa facilidad, y hacer amplio uso del networking; pueden formar vínculos interpersonales que luego pueden transferirse de par en par dentro y fuera de la cárcel. En términos de seguridad, es factible que un yihadista con antecedentes criminales cuente con experiencia relevante para llevar a cabo terroristas. Si ya ha estado involucrado en incidentes violentos, su umbral psicológico para cometer un atentado será menor. Por otro lado, un yihadista en potencia podría saber dónde y cómo conseguir armas de antemano, y cómo adaptarse para mantener un perfil bajo.

Propaganda yihadista del Estado Islámico difundida por las redes sociales. La leyenda lee «A veces las personas con los peores pasados crean los mejores futuros». Imagen extraída del reporte del informe del ICSR.

Al caso, por ejemplo, el último 12 de enero, el Ministerio de Interior español anunció que durante una operación de seguridad se desarticuló a una banda que traficaba armas, y que presuntamente habría provisto al terrorista que cometió el atentado contra el museo judío de Bruselas en 2014, donde murieron cuatro personas. Más recientemente, el 14 de febrero, las autoridades españolas anunciaron que un argelino detenido en Bilbalo, por promover propaganda yihadista, tiene vínculos con narcotraficantes. Asimismo, el ICSR advierte que los terroristas que llevaron a cabo los ataques de noviembre de 2015 en París, y de Bruselas de marzo de 2016, portaban identificaciones falsas, que habían sido confeccionadas en un taller clandestino que servía a redes criminales.

Los yihadistas españoles: entre Europa y el Magreb

Un informe publicado por el Real Instituto Elcano a mediados del año pasado adelanta que los españoles yihadistas son en su mayor parte individuos de ascendencia magrebí, y que por regla general disponen de vínculos con células tanto en Europa como en África del Norte y Medio Oriente. En línea con las observaciones anteriores, los investigadores del documento señalan que los militantes suelen tener un historial criminal. Casi el 45% de los detenidos en España, por actividades relacionadas con el ISIS entre junio de 2013 y mayo de 2016, tenía antecedentes penales. Además, confirmando la tendencia, muchos individuos financiaban sus actividades mediante el tráfico de drogas a pequeña escala, y otros crimines de poca envergadura.

Nuevamente, los vínculos personales representan el principal vehículo para la radicalización. Según el informe, el 90% de los detenidos durante este período de tiempo adoptaron sus convicciones tras encuentros presenciales con predicadores o reclutadores. Por este motivo, no sorprende que el 65% de los detenidos tenía lazos sociales previos con apologistas de la guerra santa. En este contexto, si el ICSR habla de “narrativa redentora”, el Instituto Elcano habla de la ideología yihadista como proveedora de “sentido vital”, y “la afirmación de una identidad colectica”. En definitiva, la evidencia apunta a que los individuos radicalizados buscan llenar un vacío existencial que el islam integrista sabe explotar, ofreciendo recompensas materiales como intangibles espirituales.

Los yihadistas medioorientales y africanos tienden a no tener antecedentes penales

De una muestra de cien yihadistas, la mitad africanos y la otra mitad medioorientales, un informe publicado en abril de 2016 por The Centre on Religion & Geopolitics (CRG) —que depende de la fundación de Tony Blair— encontró que muchos de estos individuos también pasaron tiempo en la cárcel en algún punto de sus vidas, pero frecuentemente como resultado de ser militantes antes que por ser criminales. Según lo estipula el documento, no es común que los terroristas provengan de un entorno criminal reducido, o que hayan cometido robos previos a su involucramiento con causas radicales. De hecho, por regla general, los yihadistas del entorno no europeo pertenecen a una “élite globalizada” (y más educada), corroborando la tendencia previamente expuesta por otros informes ya compartidos en este blog.

En esencia, una proporción considerable de los terroristas tienen educación superior y algún tipo de experiencia profesional. Antes de emprenderse en la yihad habían estudiado. Aproximadamente la mitad de los casos citados en el documento fue a la universidad. De estos, el 57% se graduó en carreras técnicas o científicas, con títulos en ingeniería, matemática y medicina. En comparación, muy pocos hicieron estudios islámicos y menos aún humanitarios.