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El reino jordano, una monarquía constitucional, ha cambiado su legislación para darle más poder al rey, Abdalá II, quien básicamente tendrá, a partir de ahora, la competencia de designar cargos políticos prominentes. Puede designar a su propio regente y al príncipe heredero sin necesidad de obtener consenso previo, o de pasar por las formalidades preestablecidas. Esta reforma viene a complementar una modificación de 2015, por la cual el soberano puede ahora designar y remover a los jefes militares y de inteligencia a discreción.
Hasta hace poco tiempo atrás, el rey, aunque retiene una influencia predominante sobre el cuerpo legislativo (que de por sí es conservador y realista), formalmente hablando solo podía nombrar al primer ministro. En teoría, las reformas van apuntadas a garantizar que los cargos clave no sean politizados. La idea defendida por la casa hachemita es que los cargos castrenses deben quedar ocupados por especialistas en base a sus méritos y experiencia, y no así en base a sus inclinaciones políticas.
Ahora bien, claramente el criterio para discernir entre quien es apto y quien no depende de la discrecionalidad del soberano, cosa que viene a realzar desde lo judicial las competencias del rey por sobre el parlamento. Siendo este el caso, es fácil entender porque la medida es vista como una traición al supuesto espíritu democrático de la Primavera Árabe. En 2011 el Abdalá había prometido un país más participativo, con espacio para la deliberación popular. Entonces, ¿qué ha cambiado? Continuar leyendo «Jordania: menos democracia y más estabilidad»