Publicado originalmente en BASTION DIGITAL bajo el título de «Lecciones de Age of Empires» el 06/01/2015.
Cualquier amante de los juegos de estrategia habrá experimentado o al menos escuchar hablar del Age of Empires, originalmente desarrollado por Ensemble Studios y publicado por Microsoft. Particularmente conocido por su segunda versión, el Age of Empires II (y su expansión The Conquerors) marcó un hito en el género – y lo hizo a punto tal, que luego de más de diez años desde su salida al mercado en 1999, el juego continúa siendo uno de los favoritos de todos los tiempos. El año pasado el juego fue reeditado y programado para los sistemas contemporáneos por Hidden Path Entertainment, y vendido a través de la plataforma online de Steam.
Me confieso un fiel jugador del juego. La idea es administrar a una “civilización” y hacerla prosperar, llevarla a la guerra, destruir a los rivales, y consagrar un imperio. Cada civilización por su parte está basada en una cultura histórica, cada una ofreciéndole al jugador ciertas ventajas competitivas por sobre las otras, de modo tal que hay una nación para cada estratega. Por ejemplo, mientras que en la versión original de 1997 podemos escoger entre los griegos, los egipcios o los hititas, en la secuela favorita de 1999 podemos comandar a los españoles, los bizantinos o los persas entre tantas otras.
Dado este contexto, recuerdo que mis padres justamente me instalaron el juego de pequeño para motivarme, lúdicamente, a interesarme por la historia. Quince años más tarde, debo decir que su misión no podría haber salido mejor, porque además de intuirme con un sentido de orientación histórica, el Age of Empires me instruyó con algunos de los principios y conceptos esenciales que forman la base teórica de las Relaciones Internacionales. Aquí me propongo explicitar algunas de estas lecciones. Continuar leyendo «Cómo el Age of Empires me enseñó Relaciones Internacionales»