Diez años desde la retirada siria del Líbano

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Lebanese students write on walls during an event to mark the 40th anniversary of Lebanon's civil war (1975-1990) along a street of Beirut's former green-line
Estudiantes libaneses escriben sobre una pared, el 13 de abril de 2015, durante un evento para conmemorar el cuadragésimo aniversario de la guerra civil libanesa (1975-1990). La consiga consistía en escribir lo que uno quiere para el país. Si bien la guerra civil terminó en 1990, la presencia e influencia siria en el Líbano no cesó hasta 2005. Crédito por la imágen: Reuters / Yamal Said.

El 26 de abril se cumplen diez años desde que Siria abandonara formalmente, aunque la historia dirá si definitivamente, su longeva ambición sobre su pequeño vecino meridional. Emprendida por la familia al-Asad, la ocupación siria del Líbano fue una trágica experiencia desde todo punto de vista. Utilizando la guerra civil libanesa como una oportunidad para intervenir, Damasco le quitó virtualmente a Beirut su independencia en 1976. Operando todos los asuntos internos del país con un puño de hierro, los sirios atentaron durante casi tres décadas contra la vida de periodistas y políticos opositores a la supuesta benigna égida protectora del clan Asad. Los sirios en su aventura acrecentaron las divisiones sectarias entre los libaneses de distinta denominación, vaciaron las arcas del país, implantaron títeres en oficinas y puestos claves, y convirtieron al territorio en un centro de operaciones para sus servicios secretos, eventualmente intercediendo en favor de los islamistas iraníes para articular Hezbollah.

Hoy en día, en el marco de la guerra civil siria y el conflicto religioso entre milicias sunitas y chiitas en la región, el Líbano se encuentra aterrado ante el prospecto de que la violencia se esparza, y que el país multiconfesional se vea nuevamente envuelto en un tedioso ciclo de violencia, alimentada por fuerzas externas. En este aspecto recordar la trasgresión siria es crucial para comprender la precaria situación del Líbano, y así mismo vital para identificar, entre tantas desdichas, cierta oportunidad para que el país pueda recuperar concluyentemente su independencia. Continuar leyendo «Diez años desde la retirada siria del Líbano»

En Medio Oriente el garrote rinde más que la zanahoria: Siria

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De tal palo tal astilla. Tomada en 2007, la imagen muestra a Bashar al-Asad y a su padre y predecesor, Hafez al-Asad, desplegados en tono patriótico en la ciudad siria de Alepo. Crédito: Brian J. McMorrow.

Cuando Mijaíl Gorbachov ascendió a la jefatura de la Unión Soviética en 1985, a la sazón del momento, la superpotencia comunista empezaba a mostrar signos de agotamiento, los cuales se tradujeron en un cambio táctico en la política del Kremlin hacia Medio Oriente. Su capacidad militar disminuida, Moscú no contaba con amplios recursos como para llegar a cometer una intervención militar directa en suelo árabe. Ocupada en su invasión de Afganistán, y agobiada por un presupuesto militar que superaba sus capacidades productivas, la Unión Soviética paso a priorizar una política exterior más conciliadora, menos militarista, y a la vez dispuesta a contrarrestar la influencia norteamericana por otro sendero. En concreto, mostró un interés por incentivar la paz en el vecindario, buscando posicionarse como intermediador entre los iraníes y los iraquíes, y entre los palestinos y los israelíes.

La Unión Soviética era un actor que “hablaba con todos” abiertamente, y no secretamente como acostumbraban los estadounidenses. Gorbachov quería capitalizar a su favor los fracasos de Washington como bróker honesto, y demostrar que la paz regional sería inalcanzable sin una participación soviética. Durante un encuentro en Moscú en abril de 1987, Gorbachov le dijo a Hafez al-Asad, su contraparte siria, (y padre del actual mandatario damasceno) que “la recurrencia a la fuerza militar ha perdido completamente su credibilidad como una manera de resolver el conflicto de Medio Oriente”. En otras palabras y a modo de simplificar, los rusos invertían por primera vez en soft power (poder blando) para reposicionarse entre los Estados árabes. Continuar leyendo «En Medio Oriente el garrote rinde más que la zanahoria: Siria»