Artículo Original. Publicado también en AURORA el 17/06/2015.
La reciente controversia en torno a la decisión de Orange, el gigante francés de las telecomunicaciones, de retirar sus negocios en Israel para “ganar la confianza de los árabes” ha vuelto a dar cobertura mediática a la campaña internacional propalestina de boicot contra Israel, conocida por su acrónimo BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones). Se trata de un esfuerzo liderado por diversos activistas de todo el mundo que buscan deslegitimizar al Estado judío, esencialmente llamando a los países y a los particulares a no hacer negocios con Israel, no consumir sus productos; y quizás lo que es más grave – yendo un paso más lejos – llaman a no recibir a sus intelectuales, a no contratar a sus docentes, factualmente instando a la exclusión de los israelíes de los foros en todo campo y disciplina. En teoría, el BDS constituye una campaña consolidada para poner coto a la presencia israelí en Cisjordania y al supuesto apartheid que allí ha sido establecido. En la práctica, entre sus adherentes, el boicot integra no solamente a activistas de los derechos humanos, pero también a muchas personas que reniegan el lugar que tiene Israel en el mundo, y por lo menos en mi opinión, no me cabe duda que algunos preferirían verlo destrozado antes que ver a los palestinos resarcidos por las desdichas que están pasado.
Mas allá de la opinión que cada quien tenga sobre el comportamiento de Israel en los territorios palestinos, me permito establecer que el BDS representa un conglomerado de atolondrados. Para empezar, aunque algunas denuncias son sinceras y de hecho son replicadas por organizaciones civiles israelíes, especialmente en lo referido a situaciones de abuso y maltrato por parte de las fuerzas castrenses, en la mayoría de los casos tienden a sobredimensionar la culpa de Israel y a entrar en simplificaciones maliciosas. Continuar leyendo «El boicot de los atolondrados contra Israel»