Shylock y Cristina

Artículo original. Publicado también en AURORA el 22/07/2015, y en POLÍTICAS Y PÚBLICAS el 23/07/2015.

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A la izquierda, Al Pacino en el papel de Shylock, el avaro prestamista judío de Venecia, en la película de 2004 inspirada en la obra de Shakespeare. A la derecha, Cristina Fernández de Kirchner durante la inauguración de su segundo mandato en 2011. La presidenta argentina se vio recientemente envuelta en una polémica al sugerirle a estudiantes de 12 y 12 años que leyeran El Mercader de Venecia para comprender cómo operan los llamados fondos buitre. Crédito por las imágenes: UK Film Council / AFP.

En las últimas semanas la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner supo levantar controversia, inadvertida o intencionalmente, en función de algunos comentarios y tweets poco felices vinculados con los judíos. Es un hecho reconocido, incluso entre algunos de sus partidarios, que la presidenta frecuentemente habla de más. Se sabe que tuitea como si fuera una celebridad de la farándula, y que para todo tiene una opinión formada. Cristina tiene comentario para cada evento y circunstancia, y si no llega a transmitirlo por Cadena Nacional, apela a las redes sociales; y hasta a veces manda a traducir sus comentarios al inglés.

El malestar particular al que me refiero comenzó el 2 de julio cuando Kirchner visitó una escuela primaria en la ciudad de Buenos Aires. Cuando un alumno le comentó que estaba leyendo Romeo y Julieta, ella recomendó a todos los estudiantes leer El Mercader de Venecia, otra obra de William Shakespeare, que según increpó ella, permitiría a los chicos entender cómo funcionan los llamados fondos buitres (fondos de inversión libre). La obra se desenvuelve en la Italia del siglo XVI en torno al préstamo que le hace el avaro personaje de Shylock, un financista judío, a un noble que requiere un adelanto de capital. Bien, si el monto pactado no es devuelto en la fecha fijada, según lo arreglado el noble se compromete a pagarle a Shylock con una libra de su propia carne, de la parte que demandara el codicioso usurero. Dicho esto, el problema que presenta la obra del gran dramaturgo inglés es que perpetúa hasta nuestros días el clásico estereotipo del judío y su amor por el dinero. Eventualmente las cosas terminan mal para Shylock, y si se concede que la trama tiene moraleja, esta sería que a raíz de su comportamiento, el ávido judío no solamente es desposeído de sus riquezas, pero también de su humanidad. Continuar leyendo «Shylock y Cristina»