Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 26/09/2018.
El 17 de septiembre un avión militar ruso fue derribado por error por el sistema S-200 en posesión del régimen sirio, ocasionando la muerte de sus 15 ocupantes. El incidente se produjo poco después de que la aviación israelí bombardeara una instalación en Latakia, presuntamente utilizada para almacenar armas químicas. A raíz del derribamiento del avión, un viejo turbohélice Il-20, el Kremlin acusó a Israel de aprovecharse deliberadamente del plan de vuelo de su aeronave, para así minimizar el riesgo supuesto para sus F-16. Según esta narrativa, los militares israelíes utilizaron al Ilushyn como “escudo”, a los efectos de distraer a las baterías antiaéreas mientras se realizaba el ataque quirúrgico.
Teniendo en cuenta el precedente del caza ruso derribado en Siria por Turquía en 2015, una ocurrencia que llevó a Moscú a adoptar sanciones temporales contra Ankara, no sorprende que la caída del Il-20 haya trascendido más que el ataque israelí propiamente dicho. Por otra parte, los ataques israelíes hacia blancos en Siria ya se han convertido en una recurrencia predecible, y por tanto la noticia de una intervención aérea ya no llama la atención. Notoriamente, el 15 de septiembre, dos días antes del último incidente, Israel habría bombardeado el Aeropuerto Internacional de Damasco, buscando paralizar o demorar entregas de armamento para Hezbollah y milicias alineadas con Irán.
Sin importar las intenciones de Israel, o bien su grado de culpa (o falta de ella) en el derribamiento de la aeronave, lo cierto es que Rusia amenaza con tomar represalias. El hecho importante estriba en las dudas que ahora pesan sobre la que hasta recién era una eficiente relación de cooperación entre los militares de ambos Estados. Vale entonces preguntarse qué podría suceder de aquí en adelante, y sobre todo si este acontecimiento puede amenazar la maniobrabilidad de la aviación israelí en el espacio aéreo sirio. Continuar leyendo «Crisis entre Israel y Rusia»