Los 16 mandamientos de los talibanes en Afganistán.

Hace veinte años, el 27 de septiembre de 1996, Kabul, la capital de Afganistán, caía finalmente frente a los beligerantes yihadistas, luego de cuatro años de guerra civil. Tras el fracaso soviético, durante la década de 1990 el país centroasiático experimentó la proliferación de la militancia islámica en todo el territorio. Los talibanes, notorios entre los muyahidines, se consolidaron rápidamente pacificando las áreas bajo su poder. Suprimieron a líderes locales corruptos y extorsivos, y en el proceso también derrotaron a la competencia, representada por otros grupos islámicos rivales. Los talibanes prometieron paz y estabilidad tras más de una década de guerra, y su mensaje tuvo resonancia propagandística. Pero todo esto a cambio de un precio: la subyugación de la población a un modo de vida de lo más rígido y austero.
Tras su consolidación definitiva, Afganistán pasó a convertirse en un Estado islámico a la usanza wahabita. Los talibanes impusieron la ley de la tierra, superponiendo una interpretación literal de la ley islámica –la sharia– a los códigos tribales preislámicos de los pastunes. Financiados, aprovisionados y formalmente reconocidos por Arabia Saudita y por Pakistán, los talibanes efectuaron una campaña nacional de limpieza religiosa. Impusieron por la fuerza sus códigos morales, castigando severamente a los infractores por intermedio de una policía religiosa, agrupada en el llamado Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio.
El régimen talibán sobrevivió hasta la intervención estadounidense de 2001, tras los ataques del 11 de septiembre. Tal era la preocupación de los talibanes por imponer la sharia a como dé lugar, que en el Afganistán teocrático la agenda pública consistía enteramente en decretar lo que se puede y lo que no, encontrar infractores y aplicar sentencias. No había espacio para planificar políticas públicas, para ofrecer servicios sociales, o mismo garantizar las funciones mínimas de un Estado moderno. En definitiva, lo primero que hicieron los yihadistas fue suprimir la mera noción de la política. Bajo su regencia, el hombre ya no sería un animal político, pero un ser renacido plenamente fidedigno a las ordenanzas divinas. Con este principio en mente, los talibanes dinamitaron la diversidad cultural en Afganistán, supeditando toda tradición a una sangrienta, mas figuradamente sagrada, yihad de reparación religiosa.
Con motivo del triste aniversario, me gustaría reproducir aquí el enunciado básico que emitieron los talibanes al momento de salir victoriosos. Son los principales mandamientos; 16 códigos para la convivencia pública, difundidos por la radio “sharía”. Con esta pauta, mientras comandan rectitud religiosa, los talibanes simultáneamente anuncian que habrá castigo para los impíos detractores. “La razón –leía un eslogan–tiene que ser tirada a los perros”. Continuar leyendo «Afganistán 1996: acceso prohibido al cielo»