Periodismo clandestino: así se realiza el reclutamiento de yihadistas europeos

Artículo basado en la crónica de Björn Stritzel para BILD, publicada el 27/07/2017.

El periodista Björn Stritzel (derecha) publicó una crónica que no recibió atención en los medios hispanohablantes. Se hizo pasar por un candidato a yihadista y se puso en contacto con reclutadores del Estado Islámico por medio de aplicaciones de mensajería instantánea. Su relato deja entrever la naturaleza asesina del extremismo sunita. Crédito por la imagen de Strizel: Bild.

No es secreto en la comunidad de inteligencia que gran parte del esfuerzo por reclutar potenciales yihadistas se hace en círculos cerrados, y que internet, las redes sociales, y los programas de mensajería instantánea ocupan un rol preponderante. Sin embargo, un periodista alemán mostró con lujo de detalle el proceso mediante el cual un joven radicalizado puede llevar a cabo un atentado en nombre del Estado Islámico (ISIS). Se trata de Björn Stritzel del tabloide Bild. Haciéndose pasar por un musulmán comprometido con la yihad –y con el aparente consentimiento de las autoridades policiales–  Stritzel se puso en contacto con un instructor terrorista, quien eventualmente lo aconsejó sobre cómo matar personas inocentes.  

Sea por el valor anecdótico de la noticia, o bien por su utilidad como estudio de caso, creo conveniente reproducir la jugarreta que este periodista le hizo al grupo más evocativo del terrorismo islámico en la actualidad. Tal como remarca el artículo de Strizel, está confirmado que por lo menos dos “lobos solitarios” que llevaron a cabo ataques en Alemania en julio de 2016 estaban en contacto con miembros del ISIS por medio de servicios de mensajería. (Se trata de Riaz Ahmadzai, responsable por herir a cinco en un tren, y de Mohammed Daleel, un atacante suicida que hirió a quince personas.)

En principio, utilizando una identidad falsa, en 2016 el periodista entró a un grupo privado de Telegram administrado por elementos cercanos al ISIS, haciéndose pasar por un yihadista en potencia. Luego de varios meses de limitarse a leer los mensajes posteados en el grupo, envió una simple pregunta por chat: “¿cómo puedo enviar un video a Amaq”? –la agencia informativa del califato. Según lo cuenta Stritzel, quería llegar a los instructores del ISIS encargados de operaciones en el extranjero. Aparentemente, inmediatamente recibe una respuesta indicándole ponerse en contacto con un tal Saraya y con Jundullah, “quien habla inglés muy bien”.

Siguiendo con los eventos, dos miembros angloparlantes del ISIS se ponen en contacto con el virtual aprendiz desde Siria. Uno de ellos –referido por el periodista como Abu K– es amable con él, y le sugiere que no se comunique con Telegram, que pese a encriptar las comunicaciones, no es considerado del todo seguro. Más adelante, el yihadista le dice que el otro instructor, llamado Abu Abdullah, recomienda también destruir la tarjeta SIM del celular. Para mantenerse comunicados, en vez de Telegram sugiere Wickr, otro programa de mensajería considerado más seguro. Asimismo, Abu K explica que hay que configurar los mensajes para que se autodestruyan al minuto de ser vistos. Dado que Wickr notifica a los partícipes de una conversación cuando alguien toma una captura de pantalla, Strizel registra el intercambio sacándole fotos a la pantalla de su celular.

Días más tarde, Abu K. vuelve a ponerse en contacto y sugiere realizar un ataque, prometiendo martirio y reconocimiento directo en los órganos oficiales del ISIS. Para ello, le pide a su recluta filmar un video reconociendo responsabilidad. Abu K. le pide también que cambie la configuración del programa para que los mensajes ahora se autodestruyan en cinco días, “por si las dudas” de que el instructor yihadista tenga su celular apagado, y que el video no le llegue. Abu K. luego cambia de opinión y recomienda tres días.

El instructor en cuestión explica posteriormente cómo hacer el video y qué decir. Strizel opina que Abu K. estaba más interesado en este material que en el ataque en sí, pues la herramienta propagandística es lo que más cuenta. El terrorista le explica que el texto del video tiene que reflejar vigor y lealtad al califato. No obstante, aclara que no es correcto atribuir culpa por los ataques a las políticas de Occidente: “La idea de que esto es una guerra política está errada….matamos porque así lo ordena Allah…no porque ellos [los occidentales, no musulmanes] nos atacan. La única salida que les queda es pagar la yizyah [el tradicional impuesto de capitación impuesto en las sociedades islámicas a los judíos y cristianos] o convertirse”.

Volviendo a las premisas, según lo marca el periodista, este tipo de lenguaje corresponde al utilizado en los videos de martirio que emergieron tras los ataques en Alemania de julio de 2016. De este modo se busca unificar el mensaje, para que todo mundo pueda reconocer inmediatamente la marca detrás del ataque. Lo importante –marca Strizel– es que la gente sepa que el ISIS volvió a golpear Europa, que sigue vigente, y que seguirá atacando.

El periodista naturalmente fue reticente y no quiso colaborar con su instructor. Para comprar tiempo, le dice que el video será en alemán, y que le gustaría primero compartir el borrador del texto. Abu K. confirma el pedido diciéndole que tiene dos compañeros “hermanos” germanoparlantes que son nativos y pueden ayudar. Para ganar más tiempo, deliberadamente incluye errores gramaticales para probar a sus contrapartes. Como kunya o nombre de guerra, Strizel se hace llamar Abu Uthman (por el tercer califa) al-Almani (“el alemán”); y provee referencias a terroristas fallecidos, pidiendo a los cielos que sean bien recibidos, amenazando a los infieles a la usanza convencional.

Más tarde el “hermano alemán” que corrigió los textos envía un mensaje desde la cuenta de Abu K, sugiriendo que el video no es indispensable. Aliviado, Strizel narra que su guía dejó de escribir por un período largo, y que sin embargo volvía a comunicarse cada vez que un prospectivo terrorista era arrestado en Alemania. Bajo tales circunstancias el guía se mostraba preocupado, preguntando por el bienestar de su lobito.

Al cabo de unos meses el yihadista alemán se pone en contacto con Strizel para recordarle su deber hacia Allah. Le dice que cada día que pasa sin un ataque es un peligro, porque la “policía kuffar” (infiel) puede estar tras su rastro. “Agarrá un cuchillo y matá a tu vecino – ¡no esperan eso!”.

Avanzando en la anécdota, Strizel cuenta que otro yihadista alemán se pone en contacto con él. El periodista cree que se trata del austríaco Mohamed Mahmoud, también conocido como Abu Usama al-Gharib. Mahmoud es un hombre de 32 años con una amplia trayectoria en la senda militante. Preso entre 2007 y 2011 por sus actividades de propagandista para Al-Qaeda, una vez liberado se radicó en Alemania, donde se asoció con el rapero afro-alemán hecho terrorista Denis Cuspert (Deso Dogg). En 2012 Mahmoud se escapó a Medio Oriente, donde se uniría al ISIS en Siria. Su última aparición confirmada tuvo lugar en Palmira en el verano de 2015, cuando se mostró en un video instando a los fieles a cometer ataques en Alemania. Paradójicamente, Stritzel ya había publicado un artículo periodístico sobre el austriaco. Este lo habría invitado a Siria para cortarle la cabeza personalmente.

La imagen corresponde a una captura de pantalla de un video filmado en la milenaria ciudad de Palmira, en Siria. En él se ve al yihadista austriaco Mahamed Mahmoud y a uno de sus compañeros disparando contra un prisionero.

En cualquier caso, el contacto de Strizel lo insta a improvisar un ataque a la brevedad: “Estamos felices de poder ayudar. Mirá, akhi [hermano], olvídate de hacer una bomba, eso es demasiado peligroso, y un pequeño error lo puede arruinar todo. Es mejor que alquiles un coche, o que agarres uno de cualquier lugar y lo manejes contra una multitud”. Nuevamente, a los efectos de comprar tiempo, Strizel responde que no tiene licencia de conducir. Cuando pregunta nuevamente si lo pueden ayudar a construir un explosivo, el austríaco le contesta: “Mirá, el hermano [Mohammed Daleel] que hizo el ataque en Ansbach [el 24 de julio de 2016] solo se mató a sí mismo y a ningún kuffar”. No obstante, pese al aparente fracaso de aquel incidente, ISIS desde luego reconoció a Daleel como mártir.

Acto seguido, Mahmoud le dice al periodista encubierto que pronto saldrá un video mostrando en detalle cómo manejar un cuchillo. Strizel se refiere al video publicado el 26 de noviembre de 2016 que presenta instrucciones para matar con distintas armas blancas, demostrando su efectividad con prisioneros del califato. Compartido dicho material didáctico, el contacto yihadista insta a su lobito a salir a matar: “Anda a la casa de gente anciana, eso es muy fácil”. El hipotético asesino pregunta si eso está permitido desde una perspectiva islámica. La respuesta es un contundente “sí, inshallah”. “O andá a un monasterio, o una iglesia”. Mahmoud añade: “creeme, akhi, esto llenará sus corazones con muchísimo terror, porque saben que cualquiera lo puede hacer”. El terrorista se refiere evidentemente al ataque contra una iglesia en un suburbio de Rouen en Francia. El 26 de julio dos atacantes interrumpieron la misa y degollaron a un sacerdote de 84 años.

Como incentivo, Mahmoud apela a la promesa de riquezas instantáneas en el paraíso reservadas para los mártires. Strizel le explica que es muy tosco como para matar a una persona. Pero el yihadista tiene una solución preparada: “simplemente andá a un hospital…llevá flores con vos y camina hacia la sala de internados, donde están los enfermos graves. Entonces los matas calmadamente. Muy calmadamente”. El cuchillo iría escondido entre las flores: “El jeque ad-Adnani rahimahuallah [que Allah le tenga misericordia] ha dicho esto muchas veces. Queremos operaciones muy simples, porque así el enemigo no puede detenerlas. Entendés, akhi?”.

Abu Mohammad ad-Adnani, muerto en agosto de 2016 en un ataque aéreo estadounidense, era el jefe de operaciones Exteriores del ISIS, y uno de los capos más importantes dentro de la jerarquía del grupo terrorista.

Björn Stritzel pone punto final a su nota en este lugar. La crónica deja entrever la mentalidad nihilista de los yihadistas; el culto a la muerte que profesan a diario, y cómo en su cosmovisión el individuo se ve disminuido a un mero objeto puesto al servicio de una causa propagandística. Más allá de lo anecdótico, la trama también revela lo frívola pero acaso exitosa estrategia de reclutamiento que utilizan los agentes terroristas.

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