El 22 de junio Israel apoyó una resolución crítica hacia China impulsada por los países occidentales en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (UNHRC). Teniendo en cuenta el pragmatismo diplomático que ejercita Jerusalén en la última década, la decisión de contrariar a Beijín representa un giro no menor en política exterior. Según reportan los observadores, este desarrollo sugiere que Israel ya no puede permitirse ser neutral en los asuntos que atañen a la implícita rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China.
El asunto es mucho más que anecdótico, y quizás podría trascender más de lo que quisieran los chinos. En esencia, aunque es temprano para determinar cómo evolucionará la relación sino-israelí, o —mejor dicho—, cómo reaccionará China frente a la inesperada afrenta de una potencia intermedia, el devenir de tales controversias dirá qué es más importante para Xi Jinping: ¿comercio y economía, o diplomacia y política? Continuar leyendo «Israel – China: ¿Lazos económicos sin amistad diplomática?»
“¿Contratarías a un pedófilo para dirigir un preescolar?”. Con esa pregunta, el alcalde de Caracas exiliado, Antonio Ledezma, resumió en unas pocas palabras las sensaciones que uno se lleva luego de participar de la Cumbre de Ginebra por los Derechos Humanos y la Democracia, organizada por UN Watch y una coalición internacional de 25 organizaciones no gubernamentales de derechos humanos. Son sensaciones que van desde la contradicción y la incredulidad, a la ironía o la frustración.
El evento tuvo lugar, el pasado 20 de febrero, pocos días antes de que las Naciones Unidas dieran apertura a la sesión de marzo del Consejo de Derechos Humanos (CDH). La fecha fue elegida con absoluta intención. Pero el público principal al que se intentaba llegar no era solo el grupo de 700 personas sentadas en la sala principal del Centro Internacional de Convenciones de Ginebra. En realidad, el objetivo era llamar la atención de los diplomáticos y empleados de embajadas de todo el mundo con duros testimonios acerca del triste estado de los derechos humanos en muchas partes del mundo.
Muchos de los funcionarios que caminan a diario por los pasillos y salones de las Naciones Unidas en su sede en Suiza deberían estar al tanto de esta realidad. Aunque se dedican a darle forma a la agenda internacional en materia de derechos humanos, muchas de estas personas tienen oídos sordos. Peor aún, algunos son cómplices de los perpetradores. Continuar leyendo «Manteniendo viva la lucha por los Derechos Humanos»
Artículo publicado en inglés en ACADEMIA el 27/01/2018.
El 10 de noviembre de 1975 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 3379, un documento trascendental en la historia del organismo que confirió legitimidad al antisemitismo en su variante antisionista. Por definición, más allá de controversias relacionadas con el conflicto árabe-israelí, el sionismo es la ideología que pregona el derecho de los judíos a la autodeterminación política. No obstante, la Resolución 3379 estableció que el nacionalismo judío es “una forma de racismo y de discriminación racial”.
En el contexto de la Guerra Fría, el documento fue aprobado gracias a la mayoría automática formada por el bloque oriental, los países árabes, y los Estados alineados a la Unión Soviética, cuya fuerza numérica superó cómodamente el rechazo del bloque occidental. La resolución pasó con 72 votos a favor, 35 en contra, y 32 abstenciones. Historiadores y analistas argumentan que los soviéticos impulsaron la falsa analogía entre sionismo y racismo a los efectos de consolidar la unidad entre Moscú y sus clientes del llamado tercer mundo. Catalogando a Israel como un Estado inherentemente racista, los soviéticos se presentaban como guardianes de la causa antiimperialista, fomentando la solidaridad entre países relativamente nuevos –resultantes del proceso de descolonización– y el bloque comunista. Por este motivo, la resolución fue bien acogida no solamente entre los países árabes, pero por muchos africanos también; que vieron una supuesta conexión entre las políticas racistas de la Sudáfrica del apartheid y el sionismo, un movimiento nacido en Europa.
No obstante, la Resolución 3379 no vino de la nada. Durante mis estudios de maestría presente un trabajo que explora los orígenes de la analogía en cuestión. En esencia, encontré que Moscú comenzó a vilipendiar al sionismo en las Naciones Unidas durante los años sesenta, especialmente en respuesta a la presunta interferencia estadounidense en los asuntos internos de la Unión Soviética. Los representantes norteamericanos condenaban la negativa del bloque oriental a permitir que sus judíos emigrasen a Israel, cosa que a su vez retroalimentaba el arraigado antisemitismo ruso proveniente de la época zarista. Por ello, si bien la analogía entre sionismo y racismo es el resultado de las dinámicas de la Guerra Fría, también es evidente que su formulación fue una exteriorización del antisemitismo imperante en el establecimiento soviético.
La resolución 2334 del Consejo de Seguridad adoptada el 23 de diciembre es perjudicial para Israel, y ha complicado el prospecto de que las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos vayan a reanudar en el corto plazo.
Aunque queda por verse cómo actuará Estados Unidos de cara a la asunción de Donald Trump –quien ya anunció que revertiría la decisión– lo cierto es que el documento de las Naciones Unidas allana el camino para que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) busque deslegitimar a Israel en los foros internacionales. Esto no es algo nuevo, y de hecho es lo que viene ocurriendo con los esfuerzos diplomáticos de Mahmud Abbas. No obstante, la diferencia estriba en que ahora los palestinos se han anotado una victoria contundente, que cuenta con el peso y apoyo simbólico de las potencias mundiales.
Con esta coyuntura de fondo, la presión internacional contra Israel podría exacerbar; sobre todo en materia de boicots, puesto que la resolución deja la puerta abierta para que los países opten por este tipo de medidas. ¿Qué representa entonces este desarrollo sobre el demacrado proceso de paz? En principio, si bien el proceso de paz propiamente dicho ya estaba paralizado desde hace años, cabe suponer que la arremetida de Barack Obama contra el Estado hebreo tenga un impacto negativo. Continuar leyendo «El proceso de paz después de Obama»
La resolución 2334 del Consejo de Seguridad adoptada el 23 de diciembre, gracias a la atípica abstención de Estados Unidos, hace meollo en los asentamientos israelíes, y queda por verse todavía hasta dónde llegaran las ramificaciones. En principio, aunque el documento no expresa nada nuevo, se concede que es muy perjudicial para Israel. En esencia, sugiere que el Estado hebreo busca alterar la composición demográfica de los territorios que ocupó en 1967, condenando la construcción o expansión de hogares judíos en Jerusalén Oriental y Cisjordania. Acaso más importante, la resolución da a entender que la culpa de que no haya paz la tienen los israelíes.
Con su abstención, Estados Unidos fue aquiescente con una resolución que hasta recientemente hubiese vetado. De este modo, el supuesto giro en la política exterior causó una controversia política inmensa en la escena norteamericana, fogoneada en parte por la verborragia ofensiva de un Benjamín Netanyahu ofendido. En este sentido, el comportamiento de Barack Obama causó más estruendo que la resolución misma.
Por eso, más allá de lo que vaya a suceder con israelíes y palestinos –una discusión que dejaré para mi próximo artículo– resulta conveniente analizar si efectivamente ha habido un cambio en la agenda. En todo caso, también conviene dar cuenta del percibido impacto que causó el presidente saliente, y cómo se verá reflejado esto en la administración entrante de Donald Trump. Continuar leyendo «Israel, Estados Unidos y el Consejo de Seguridad: entre Barack Obama y Donald Trump»
Entrevista a Hillel Neuer, director de UN Watch. Publicada originalmente en INFOBAE el 17/09/2016.
Hillel Neuer es el director de UN Watch, una organización sin fines de lucro dedicada a monitorear el funcionamiento de las Naciones Unidas (ONU). En particular, se especializa en advertir lo que transpira en el Consejo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra. En este sentido, la organización que preside Neuer es conocida por denunciar la doble moral que fecunda en los salones de este foro internacional, acaso el más importante del mundo en lo que hace a la discusión de los derechos humanos.
Neuer es una persona especial. Renunció a una lucrativa y exitosa carrera en un importante bufete de abogados de Nueva York para dedicarse a promover derechos civiles por el mundo. Frecuentemente entrevistado y citado por los medios más importantes, la suya es una de las voces más relevantes en lo concerniente a la promoción de los ideales de ecuanimidad y justicia. Llamé a Hillel por teléfono, y le pregunté qué lo motivo a emprender este camino. Me contó que desde pequeño sabía cuál era su verdadera vocación, y que cuando se le presentó la oportunidad de integrarse a UN Watch, doce años atrás, ni lo dudó.
De él se han dicho muchas cosas. Se ha dicho que está ayudando a transformar la historia; que camina tranquilo, pero con un gran micrófono; que es temido; y que es la pesadilla de los tiranos y dictadores del globo. Lo cierto es que su agenda molesta mucho. Neuer y su equipo suelen traer a perseguidos políticos para que testifiquen ante la ONU, revelando el lado más oscuro de algunos de los regímenes más obtusos del planeta. Para él, lo importante es que estos temas salgan a la luz. El debate público lo es todo, y es la manera más efectiva de inspirar un cambio. Le pregunté por qué UN Watch hace tanto hincapié en la situación de Israel, y cómo haría él para “reparar” la ONU. También, y sin preguntárselo, aprovechó para contarme sus expectativas en función del comportamiento de Argentina ante el mundo. Continuar leyendo «Hillel Neuer: «Soy el hombre más odiado por las Naciones Unidas»»
En tanto Israel se enfrenta con las facciones palestinas por el tema del libre acceso a los lugares santos, disputando la misma cuestión, otra batalla está teniendo lugar en los foros diplomáticos patrocinados por las Naciones Unidas (ONU). Esto viene sucediendo particularmente en los salones parisinos de la UNESCO, el organismo creado para velar por la educación, la ciencia y la cultura alrededor del mundo. Allí, los representantes árabes del Consejo Ejecutivo lograron aprobar una “decisión” que arremete contra Israel en este y en otros frentes, todos vinculados con dichas áreas loables que – en teoría, de acuerdo con la UNESCO – deberían escapar de la política, en beneficio de la humanidad en su conjunto. Este Consejo consta de un cuerpo de 58 Estados, cuyos representantes se convocan dos veces al año para examinar la implementación de los programas específicos de la organización. A esto, según lo confirmado hasta ahora, durante el ciclo 2015 que acaba de finalizar, el Consejo Ejecutivo se ensañó con Israel, asentando en papel durísimas críticas por sus supuestas violaciones, trasgresiones y desdeño hacia los palestinos, especialmente en torno al acceso a los lugares santos.
Como es costumbre en esta época del año, las Naciones Unidas (ONU) inauguran las sesiones en la Asamblea General con las intervenciones introductorias de los mandatarios del mundo. Este órgano representa el principal foro internacional existente, conglomerando a 193 Estados miembros, entre otras delegaciones observadoras de distintos organismos. Al caso de la cuestión israelí-palestina, Benjamín Netanyahu pronunció su discurso el 1 de octubre, y expuso su visión acerca de los peligros latentes que acechan a su país y a Medio Oriente.
En este espacio, tal como hiciera con la exposición de Mahmud Abás, me propongo resumir y luego discutir el discurso del primer ministro israelí. Lo primero para decir es que habló durante 40 minutos, y, previsiblemente, centró su discurso en la amenaza planteada por el programa nuclear iraní, manifestando enfáticamente su oposición al acuerdo de las potencias con Teherán. Remarcó, en indirecta alusión a la administración Obama, que la historia enseña que dejadas al azar, las buenas intenciones por sí solas no bastan para lidiar con el mal. En efecto, Netanyahu dedicó dos tercios de su tiempo para aislar a Irán y demostrar lo ridículo que es el acuerdo con dicho régimen islámico. Citó, por ejemplo, dichos por parte del líder supremo de la revolución, Ruholla Jomeini, quien habría aseverado que el acuerdo con Estados Unidos no cambiaba nada, y que por consiguiente, los estadounidenses seguían siendo vistos como enemigos. Para validar su punto, Netanyahu también mostró desde el estrado un texto reciente, escrito y difundido por Jomeini, en donde este detalla cómo será la destrucción de Israel. Continuar leyendo «Benjamín Netanyahu en las Naciones Unidas: 45 segundos de silencio»
A setenta años desde su establecimiento, las Naciones Unidas (ONU), tal como es costumbre todos los años en septiembre, invita a los líderes del mundo a viajar a Nueva York para participar del debate en general de la Asamblea General, el principal foro internacional del planeta. Al caso de la cuestión israelí-palestina, Mahmud Abás pronunció su discurso el 30 de septiembre, y expuso su visión acerca de lo que le incumbe en Medio Oriente.
En este espacio me propongo resumir y luego discutir la exposición del dirigente palestino. Lo primero que se podría decir, para comenzar, es que su discurso va en línea con la narrativa que se presenta año tras año, haciendo su contenido desde ya previsible. Abás centró su exposición de 40 minutos en Israel. Arremetió contra la presencia judía en Cisjordanía, contra el bloqueo israelí a la Franja de Gaza, y demás agravios relacionados. En relación con los incidentes recientes en torno a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, Abás acusó al Gobierno israelí de violar los derechos religiosos de los musulmanes y los cristianos. Según lo alegado por el líder palestino, el Gobierno israelí, en liga con extremistas judíos, está tramando para apropiarse de los lugares santos, de modo tal – continuó – que Israel está atentando contra el statu quo previo a 1967, cuando los lugares santos estaban fuera de la jurisdicción de los hebreos. Continuar leyendo «Mahmud Abás en las Naciones Unidas: ¿el fin de la era Oslo?»
La semana pasada se dio a conocer que Arabia Saudita tomaría un rol protagónico en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas (ONU) del cual ya es parte. Según lo estipulado, la monarquía saudita consecuentemente tendría voz y voto a la hora de escoger a un plantel de profesionales, en teoría independientes, para que estudien la situación de las garantías básicas en el mundo, incluyendo tópicos que van desde la libertad religiosa hasta la violencia de género.
Desde ya, el problema aparente con esta designación es que Arabia Saudita y derechos humanos son oxímoron. Por definición, el país fue fundado y es gobernado por un clan familiar en alianza con un establecimiento wahabita, exponente del más riguroso conservadurismo sunita. Sin ir más lejos, el hecho anecdótico que las mujeres tienen prohibido conducir en el país no es un porvenir trivial. Lo cierto es que por donde se la mire, Arabia Saudita, con sus ejecuciones y flagelaciones en público, está bastante lejos de ser un país “normal” en el sentido liberal y occidental imbuido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la cual supuestamente encuentra inspiración el citado CDH. Continuar leyendo «Derechos Humanos à la carte»