El islam radical tiene algo en común con el movimiento propalestino Boicot, Desinversiones y Sanciones, mejor conocido por su acrónimo BDS. Comparten el odio hacia Israel y transmiten una marcada judeofobia. Muchos activistas del BDS encubren su antisemitismo como antisionismo, en tanto se presentan como anti-Israel mas no como antijudíos. Sin embargo, ambas corrientes abogan de un modo u otro por la destrucción de Israel. Su desaparición haría igualmente felices a santurrones universitarios y yihadistas islámicos. Ambos grupos piden por la liberación de Palestina “desde el río hasta el mar”, lo que necesariamente implica el desmantelamiento forzado de la estatidad judía.
La voluntad por ver a los judíos desaparecer es patente entre los extremistas islámicos y la militancia propalestina. Por esta razón, pese a las muchas diferencias entre doctrinas, existe una misma disonancia cognitiva. Los enemigos de Israel predican por el boicot o su destrucción, y con todo emplean tecnología israelí. Aunque la comparación entre yihadistas y agitadores progresistas podría sonar desmesurada, ambos grupos comparten ejercicios mentales parecidos para justificar algunas contradicciones éticas ineludibles. Continuar leyendo «El BDS y el islam radical»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 26/08/2021.
En el mundo cunde la ilusoria esperanza de que el talibán millennial sea distinto a la generación anterior que conquistó Kabul en 1996, y por tanto menos fundamentalista. Esta presunción de moderación se apalanca en conjeturas blandas, comenzando con los supuestos compromisos de los talibanes, quienes prometieron no cobrarse retribución con los colaboradores de Estados Unidos y la OTAN, e incluso participar a las mujeres en la vida pública. Sin embargo, los antecedentes históricos y las últimas anécdotas reportadas dicen otra cosa. Los muyahidines de la yihad se están desquitando con sus enemigos impiadosos y es cuestión de tiempo para que la policía del pudor y la virtud imponga su ley por las malas.
Joe Biden anunció que el terrorismo ha hecho “metástasis” por todo el globo, de modo que el cáncer ya no se origina en un sitio específico. Con todo, a falta de una supremacía imperial exitosa, ya ha quedado demostrado que las características de Afganistán lo convierten en un lugar favorable para las insurgencias islámicas, reforzando su centralidad como fuente de problemas y desestabilización; que poco hará por sosegar la fuerza del integrismo islámico más combativo. Si bien hay diferencias doctrinarias en el universo yihadista, el impactante triunfo de los talibanes hará a su legitimidad ascendente entre los grupos radicales, creando sinergias quizás antes imprevistas. Continuar leyendo «¿El talibanato moderado de Afganistán?»
La situación regional en Medio Oriente continúa siendo altamente inestable. Pese a ciertos avances en materia diplomática, efectuados para diferir conflictos y cementar realidades prácticas, lo cierto es que, entre los analistas, la incertidumbre y el potencial de violencia están al orden del día. Esta apreciación se manifiesta en diversos países que transitan crisis políticas sistémicas; y de tal envergadura, que además ponen en duda el propio futuro de algunas estatidades.
Desde Líbano a Túnez, y desde Yemen a Iraq, existe un evidente riesgo político que atenta contra el crecimiento económico, lo que queda de institucionalidad, y la tranquilidad de millones de personas que no tienen en claro hacia donde se dirigen sus destinos. Luego de los conflictos fratricidas derivados de la llamada Primavera Árabe, la presente década inaugurada por la pandemia del COVID-19 seguramente arrojará más desesperanza, impulsada por estatidades disfuncionales e incluso el cambio climático.
Los próximos años representarán un decenio de encrucijadas, donde se debatirá el futuro del islamismo, el resurgimiento del yihadismo, la convivencia entre sectas y facciones, la vieja dicotomía entre liberalización y autoritarismo, y la sustentabilidad económica y ambiental. Continuar leyendo «El caos permanente de Medio Oriente»
En el marco de las hostilidades entre Israel y Hamas, el 15 de mayo las fuerzas israelíes destruyeron la torre que albergaba las oficinas de Al Jazeera y la Associated Press (AP) en la ciudad de Gaza. Los medios de prensa informaron que el ataque aéreo que provocó el colapso del edificio se produjo luego de que los residentes fueran alertados con una hora de anticipación. Sin embargo, más allá de que no se reportaran víctimas, los círculos periodísticos rápidamente acusaron a Israel de buscar silenciar la cobertura mediática desde el terreno.
A juzgar por editoriales y opiniones reflejadas en gran parte de la prensa global, esta conjetura se ha convertido en sabiduría convencional. Algunos aducen incluso que es sentido común. Sin mucho más que agregar, Israel estaría queriendo entorpecer la labor de corresponsales y reporteros. Como saben que la pluma es más fuerte que la espada —o que una imagen vale más que mil palabras—, los militares israelíes quieren ocultarle al mundo el sufrimiento gazatí.
Los comentaristas de la ocasión aseguran que Benjamín Netanyahu no quiere que se conozcan las supuestas matanzas que su Gobierno conduce de forma deliberada, posiblemente a efectos de erradicar la militancia y resistencia palestina. Según dicen, aquello de combatir el terrorismo es una excusa, abusada y bastardeada, para cometer crímenes de guerra y atentar contra el periodismo. No obstante, la parafernalia mediática antiisraelí no resiste un análisis detenido y más desapasionado de los acontecimientos. Continuar leyendo «Israel: ¿en guerra con la prensa?»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 13/05/2021.
Entre el 6 y el 10 de mayo los entredichos entre israelíes y palestinos llegaron al punto de ebullición, arrojando un deterioro considerable de la seguridad, y suponiendo ahora el riesgo de una nueva guerra. Los incidentes registrados en Jerusalén llamaron la atención de la comunidad internacional, creando una ventana de oportunidad que los islamistas están aprovechando para vigorizar su reputación, particularmente con actos beligerantes de “resistencia” hacia Israel.
Desde el 10 de mayo en adelante, el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza responde a este propósito, aún pese a la realización de que tales acciones presumen un casus belli; pudiendo incluso provocar una intervención a gran escala. En efecto, si bien Israel ya llevó a cabo bombardeos en Gaza, su liderazgo amenazó con tomar medidas de retaliación más contundentes, dejando entrever la posibilidad de una invasión terrestre. Continuar leyendo «Israel en guerra»
En su estudio seminal sobre los orígenes del nacionalismo, Benedict Anderson establecía que todas las comunidades políticas son construcciones socialmente imaginadas, articuladas mediante narrativas orquestadas; y, no obstante, apañadas en memorias colectivas con las que una determinada población se siente representada. Genérica y sociopolíticamente, el nacionalismo cumple el propósito moderno de infundir solidaridad y afinidades comunes entre personas que no se conocen entre sí. Gracias a estos vínculos, la población de un país puede interrelacionarse intergeneracionalmente con sus ancestros y coterráneos, compartiendo y transmitiendo aspiraciones comunes, y las mismas sensaciones encontradas para con otros colectivos o naciones.
Entrada la Modernidad, Egipto, como tantos otros países convertidos en Estado, se debatió que héroes utilizar para formar un panteón original, y que valores y mitos fundacionales encuadrar como parte del ethos nacional. A diferencia del resto de las entidades soberanas del mundo árabe, generalmente constituidas a partir de la injerencia colonial europea, Egipto cuenta con una rica historia milenaria que precede al islam. Por tanto, una de sus expresiones nacionalistas traza continuidad discursiva entre la antigua civilización de los faraones y las vicisitudes contemporáneas, suponiendo que el país de las pirámides siempre ha constituido una unidad independiente, separada del resto de Medio Oriente.
El grandilocuente desfile dorado de los faraones, celebrado el 3 de abril en El Cairo, y con trascendencia mediática internacional, refleja quizás la lectura o la experiencia que el presidente Abdel Fattah al-Sisi asume para dar cuenta de la identidad de su tierra; una que, luego de un siglo de desventuras entre liberales, panarabistas, e islamistas, aún no encuentra un modelo nacional consensuado. Aunque los egipcios pueden estar orgullosos de las grandes contribuciones que aportaron sus antepasados, no todos contemplan el legado de los reyes politeístas de la misma forma, sobre todo a la luz de las enseñanzas y tradiciones iconoclastas del islam. Continuar leyendo «El regreso del faraonismo en Egipto»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE bajo el título «¿Cuál es el plan de Vladimir Putin en Siria? el 12/03/2019.
La existencia de una relación estratégica entre Rusia e Israel es evidente desde hace tiempo. No se trata de una alianza per se, pero sí de una amistad de conveniencia. Si bien sus intereses no siempre coinciden, ambos Estados actúan en sincronía, pues comprenden que sus objetivos ulteriores son inverosímiles sin la aquiescencia o visto bueno por parte del otro.
Esta interpretación da cuenta de frecuentes reuniones bilaterales de alto nivel entre líderes y funcionarios de ambos lados. Sin ir más lejos, luego de entrevistarse con Vladimir Putin, el premier israelí Benjamín Netanyahu afirmó el 3 de marzo que Jerusalén y Moscú trabajarían juntamente para examinar la retirada de tropas extranjeras de Siria. Teniendo en cuenta las intenciones de Estados Unidos de evacuar a sus soldados del conflicto, el anuncio hace referencia a la presencia de militares turcos e iraníes en suelo sirio, creando la impresión de que el Kremlin está perdiendo la paciencia con Ankara y Teherán.
Según diversas fuentes, teniendo en cuenta que la supervivencia del régimen damasceno ya no está en juego, los rusos están percatándose de que sus socios en la pacificación de Siria, bajo el encuadre de la cumbre de Astana, dinamitan más de lo que aportan. En contraste, Israel es el único actor que no objeta las ambiciones rusas en Medio Oriente, estando dispuesto a colaborar en la pax russica del postconflicto. Continuar leyendo «Rusia necesita a Israel para pacificar Siria»
Artículo publicado originalmente en la revista AL-GHUBARÁ (No 16) a cargo de la Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global (CISEG).
Al evocar organizaciones como el infame Estado Islámico (ISIS), Hezbollah, Al-Qaeda o Hamas, muchos de nosotros articulamos frases como “fundamentalismo islámico”, y palabras recurrentes como “terrorismo” y “extremismo”. Más allá de que dichos términos conllevan la carga valorativa que estos grupos probablemente merecen, es evidente que no toda plataforma islámica es igual, y que existen muchos matices dentro de la escala de radicalización. No todos los grupos musulmanes abogan por una yihad global, y no todos, por más conservadores, rechazan la idea de sufragio popular.
Con el auge de movimientos e insurgencias que pelean en nombre de Alah, son bastantes los periodistas que encuentran difícil dar con terminología acertada, o a lo sumo neutral, para reportar el accionar de los grupos que frecuentemente dominan titulares. Al caso, si el ISIS es yihadista y terrorista, ¿qué es entonces el Hamas palestino? Algunos políticos y formadores de opinión parecerían poner a estos ejemplos en el mismo cesto, utilizando los mismos rótulos para referirse a cada uno de ellos. Emplear esta terminología indistintamente crea impacto emocional, pero relativizar una cosa con la otra no contribuye a una discusión más acertada sobre el islam político.
A los efectos de dar con un lenguaje más apropiado, cada autor emplea algún sistema tipológico para clasificar a los grupos islámicos. Y aunque existen ríos de tinta sobre temas contemporáneos, hasta donde estoy enterado no existe consenso académico en virtud de categorizar organizaciones que son islámicas como políticas. He dedicado parte de mi actividad académica a estudiar este debate, y en mis columnas procuro balancear el lenguaje periodístico y cotidiano con el rigor escolástico necesario para no caer en relativizaciones terminológicas; que, a mi pesar, veo en algunos colegas.
En base a mi experiencia, y con la presunción de servir de guía a periodistas y a futuros autores, propongo un proceso fácil y rápido para poder llamar a las cosas por su nombre, y así distinguir entre distintas plataformas que se parecen, pero que no dejan de ser diferentes. Para ello es conveniente revisar el significado, no siempre claro, de las etiquetas discursivas más utilizadas para describir a grupos islámicos. Continuar leyendo «Tipología de los grupos islámicos»
Hace pocos días Recep Tayyip Erdogan intentó convalidar su visión de una Turquía islámica con una niña de seis años vestida con uniforme militar. El 24 de febrero, el líder que aspira a revivir la grandeza del Imperio otomano, participó de un congreso político del oficialismo en la periférica ciudad de Kahramanmarash. Allí, mientras daba un discurso, advirtió que la niña estaba colocada para ser vista. Referenciando su disfraz de soldado, hizo que los suyos la subieran al escenario; y acto seguido le dijo a la audiencia que sería un gran honor si llegara a ser “martirizada” por Turquía. Nerviosa, la niña mientras tanto lloraba. Así y todo, el orador buscó consolar a la pequeña besándola en sus cachetes, contándole que no hay honor más grande –Dios mediante– que ser envuelta con la bandera turca, cual baja caída en combate.
Si bien el episodio es más que nada anecdótico, representa otra instancia que deja entrever la dirección hacia la que se dirige que la República Turca. Con la guerra en Afrín (Siria) como telón de fondo, en las últimas semanas el aparato propagandístico de Ankara viene difundiendo poemas nacionalistas con niños uniformados dispuestos a sacrificarse por la patria. Continuar leyendo «El sultán y los niños»
Todo pueblo o nación necesita remitirse a una selección de memorias colectivas para construir una imagen de la sociedad que genere cohesión entre sus distintos elementos, aportando cierto sentido de orgullo y patriotismo. Para ello, el registro en cuestión debe trascender las limitaciones del presente. Es utilizado para crear una asociación virtual entre el sujeto histórico y el sujeto contemporáneo, dando lugar a una construcción que busca impartir un sentido de pertenencia holística a los miembros de una comunidad.
Como diría Benedict Anderson, la historia de los nacionalismos es el estudio de “las comunidades políticas imaginadas”. Esta imaginación se nutre de grandes figuras del pasado, héroes que –fuesen míticos o reales– imparten lecciones y valores mediante gestas que resuenan hasta nuestros días. En Irán es indudable que la figura de Ciro el Grande (600-530 a.C.) es parte de semejante panteón. Ciro fue el fundador del imperio aqueménida, el más extenso de la historia persa. Fue derrotado por Alejandro Magno en el año 330 a. C, cerrando una época que a veces es desfigurada por las convenciones occidentales. Durante el siglo XX la dinastía Pahlavi se apropió de Ciro para legitimar las bondades de la monarquía. Enfatizando la benevolencia del mandato real a partir del ejemplo de Ciro, el nacionalismo iraní secular se basó en la idea de que Irán cumple un papel civilizador en el mundo que se remite a un pasado glorioso.
Sin embargo, la llegada de los jomeinistas en 1979 trajo consigo un cambio fundamental de narrativa. Los islamistas buscaron depurar las memorias colectivas de toda referencia preislámica. Pero aunque buscaron borrar la memoria de Ciro, es manifiesto que no han tenido éxito. En años recientes se ha visto como el propio Gobierno islámico ha intentado rehabilitar el legado de Ciro y hacerlo compatible con los valores supuestamente rescatados por la revolución. A raíz de mi interés por el juego entre narrativas contrapuestas decidí escribir un breve ensayo sobre este tema. ¿Qué rol juega Ciro en la política iraní contemporánea?