Artículo Original.
Durante las últimas semanas se han producido eventos que manifiestan la cambiante distribución territorial de Medio Oriente bajo la coyuntura actual. En primera instancia es conveniente hablar del Kurdistán iraquí (KRG). Evidentemente su campaña por la independencia resultó sumamente contraproducente para la región autónoma. En un instante se produjo “el mayor desastre de la historia kurda”, ya que el KRG perdió el 40 por ciento de su territorio prácticamente de la noche a la mañana.
Estas fueron las declaraciones de Bafel Talabani, el hijo del recientemente fallecido Jalal Talabani, histórico dirigente fundador de la Unión Patriótica de Kurdistán (PUK). Esta fuerza política se mantuvo reacia a apoyar el referéndum independentista del último 25 de septiembre, organizado por el rival Partido Democrático de Kurdistán (KDP) de Masoud Barzani, el presidente del KRG. En base a esto, el establecimiento del KDP acusó al clan Talabani de traicionar los intereses de la patria kurda, sobre todo por haber ordenado la “retirada táctica” de Kirkuk cuando la situación se puso fea. Frente al avance de las tropas iraquíes, las milicias peshmerga kurdas del PUK se replegaron rápidamente, dándole a Bagdad una victoria fácil como rápida, con poco derramamiento de sangre.
Luego de haber resistido el embate del Estado Islámico (ISIS) durante tres años, los contingentes kurdos se retiraron de Kirkuk el 16 de octubre, sacrificando así una de las regiones más ricas en petróleo sin siquiera plantar batalla.
Ahora bien, no queda duda de que los contingentes kurdos en Kirkuk se enfrentaban a una situación ominosa. Sin apoyo estadounidense, es incierto hasta qué punto podrían haber resistido el avance de las fuerzas de Bagdad y las milicias chiitas. Según un informe del reconocido Institute for the Study of War (ISW), Irán proveyó apoyo militar decisivo a estas últimas. Como resalta el informe, el despliegue de los proxies iraníes inclinó la balanza en contra de los defensores kurdos, persuadiendo así a Talabani a que ordenara la retirada. Como resultado, Irán logró subordinar a las autoridades iraquíes, entregándoles una victoria contundente sin reclamar abiertamente crédito por ella.
No obstante, con este acontecer Teherán incrementa su influencia en la región. Si los kurdos hubieran retenido Kirkuk, plausiblemente el Gobierno iraquí eventualmente habría colapsado, por no hacer mención de la destrucción espacial de lo que Irak representa sobre el mapa. Solo la intervención iraní previno este escenario. Por ello, tal como lo sugiere el reporte de ISW, “solo un cambio serio en la política estadounidense en Iraq podría evitar que el primer ministro iraquí Haider al-Abadi sea cooptado de facto por Irán”. Esto equivale a decir que Estados Unidos le entregó Kirkuk a los iraníes en bandeja de plata. Por lo pronto, pareciera ser que pese a su fuerte retórica anti-Irán, la administración de Donald Trump no difiere circunstancialmente de la gestión anterior en lo que respecta a Irak.
La inacción de Washington fue percibida más bien como indiferencia hacia los reclamos y problemas del vecindario. Siendo esta una percepción común entre las partes involucradas en la contienda, me inclino a pensar que Estados Unidos perderá influencia sobre el escenario. Según declaraciones del propio Barzani, las fuerzas iraquíes combatieron con armas made in USA, incluyendo tanques M1 Abrams, inicialmente facilitados a Bagdad para que combatiera al yihadismo. En términos sumarios, creo que Estados Unidos dejó a su suerte a la entidad más pro-estadounidense después de Israel en Medio Oriente. Teniendo en cuenta este precedente, cabe suponer que los kurdos de la Federación Democrática de Siria Septentrional (DFNS) –mejor conocida como Rojava– desconfíen de su aliado, quien hasta ahora les ha propiciado armamento para combatir al ISIS.
De ahora en más, el KRG reacomodará sus fichas. El papel de benefactor que ocupaban los norteamericanos posiblemente será ocupado por Rusia, que está muy interesada en capitalizar los hidrocarburos en el norte de Irak, pese al disgusto de Ankara y Bagdad. En cualquier caso, creo que el Kurdistán iraquí seguirá siendo una realidad de facto, potenciada espiritualmente por la avasallante voluntad de sus habitantes por alcanzar la estadidad de iure. Sin embargo, la realidad marca que las buenas intenciones no alcanzan. Como expresa un comentarista afín a la postura turca, “la administración del KRG se jugó a todo o nada y perdió todo lo que había alcanzado durante los últimos dos años”. Perdió todos los territorios que capturó en la lucha contra el Estado Islámico, y salió debilitado diplomáticamente. Ahora tiene que buscar acuerdos con los iraquíes (propiamente dichos), los iraníes y los turcos.
En vista de las atrocidades que se gestaron en las regiones aledañas, el KRG generalmente ha sido visto como una “isla de estabilidad” en Medio Oriente, incluso por sus enemigos. Pero de aquí en adelante será una fuente de preocupación e inestabilidad política, sobre todo si se tiene en cuenta que el PUK y el KDP no se soportan el uno al otro; arrastran una cruda tradición de enfrentamientos, y está claro que no subsanarán a la brevedad. Por lo pronto se espera que Barzani renuncie como presidente del KRG, abriendo paso a un período de transición en donde se discutirá la dirección política de la región.