Genocidio de las minorías religiosas en Irak

Artículo publicado originalmente en AURORA el 11/09/2014.

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Refugiados yazidíes que abandonaron sus hogares en Sinjar se concentran en la frontera siria el mes pasado. Crédito por la imagen: Adam Ferguson / The New York Times

Según cifras del IDCM, el Observatorio de Desplazamiento Interno (por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro internacional, se estima que, como resultado del avance del Estado Islámico (EI), por lo menos más de 1.3 millones de iraquíes han sido desplazados entre el primero de diciembre de 2013 y el 18 de agosto de este año. Aunque no podemos contar aún con cifras precisas, a esta altura existe suficiente evidencia que se están llevando a cabo matanzas sistemáticas cometidas por los yihadistas contra prisioneros de guerra, opositores políticos, y minorías religiosas como cristianos y yazidíes. Difícilmente pueda ser puesto en duda que lo que está actualmente ocurriendo en Irak es un genocidio. Especialistas en la materia e importantes líderes mundiales han acordado que las acciones de los combatientes del EI, llevadas a cabo en el nombre de la purificación religiosa, constituyen crímenes de lesa humanidad que se convierten en actos de genocidio, pues sus perpetradores constan tener una intención específica (dolus specialis) por destruir por lo menos un grupo étnico y religioso de la faz de la Tierra.

El propósito de este artículo es demostrar que en efecto existe un genocidio en Irak. Como marco conceptual, tenemos a nuestra disposición una serie de presuntas etapas o pasos que hacen al desarrollo de semejante atrocidad. En este campo podemos valernos de la opinión de dos académicos destacados en la temática como lo son Daniel Feirstein y Gregory H. Stanton. Estos autores reconocen que los genocidios se desarrollan a lo largo de procesos sociales y políticos que responden a un patrón – que si bien no es inexorable, en la mayoría de los casos es predecible. Los hitos en estos procesos se dan de forma progresiva, o incluso, dependiendo del caso, pueden darse de forma simultánea.

A modo de síntesis entre ambos especialistas, aplicando su pensamiento al caso iraquí, creo que podemos sistematizar y enumerar cinco etapas o pasos que ofrecen una perspectiva sobre la mentalidad auspiciada por el EI. Tal proceso ofrece una explicación sobre lo que está sucediendo hoy en día en Irak, y tal vez más importante, invita a una importante reflexión posterior.

1. Clasificación y simbolización

Esta etapa inicial se refiere esencialmente a la ramificación de la población en grupos étnicos, raciales y religiosos, lo que generalmente conduce a su ulterior identificación mediante símbolos que constantemente recuerdan, o crean tensiones, entre un “ellos” – los “otros” – y un “nosotros”.

Estas divisiones son por supuesto inherentes a la historia del hombre, y la experiencia islámica no ha sido la excepción. En el caso particular del mundo árabe debe no obstante tenerse en consideración que las poblaciones de Medio Oriente se autoidentificaban tradicionalmente por su religión o afiliación sectaria antes que por su lugar antropológico de origen. Tal paradigma no comenzó a cambiar sino hasta la consolidación de los Estados nacionales árabes a mediados del siglo pasado, lo que a su vez fue en gran medida un devenir de los colonialismos europeos. En tanto las potencias europeas se dividieron la región entre sí, terminaron fijando el trazado actual de la mayoría de las fronteras existentes al día de hoy.

No es menor que la labia oficial del EI rechaza las demarcaciones territoriales convencionales a las que estamos acostumbrados. En su revisionismo religioso, los yihadistas intentan reconstruir la integridad territorial de Mesopotamia y el Levante bajo una sola entidad política supeditada al islam.

2. Discriminación, construcción de la otredad negativa y aislamiento espacial

Este segundo paso trata de la confección de una discriminación institucionalizada contra un grupo particular por otro grupo mayoritario. Mediante la expansión de poder, el grupo dominante legitima la exclusión de las minorías, dándoles menores cuotas de derechos, e imponiéndoles normativas y obligaciones distintivas.

Los yihadistas del EI defienden estar aplicando al pie de la letra los mandatos divinos según lo estipulado por las fuentes religiosas, pero no hay que olvidar que también están apoyándose en la práctica consuetudinaria de sus sociedades clásicas. En el racconto de sus vivencias, las sociedades islámicas han impuesto desde los tiempos de Mahoma punitivos y leyes especiales para los judíos y los cristianos, los cuales eran estimados diminutivamente (dhimma) en relación a los musulmanes. De no convertirse al islam, para conservar sus vidas, los judíos y cristianos debían pagar un impuesto de capitación (yizyah) que representaba su sumisión a la superioridad religiosa del islam. Bajo pena de muerte, dichos damnificados tenían prohibido hacer proselitismo entre musulmanes, tocar a las mujeres de estos últimos, o construir sinagogas, iglesias o simplemente casas más altas que las mezquitas y las viviendas de sus vecinos. Tampoco tenían permitido andar a caballo o a camello, rezar en voz alta, defenderse a sí mismos en corte, acceder a cargos públicos o siquiera vestirse como musulmanes, pues debían portar siempre una insignia distintiva. Para forzar la separación, a partir del siglo XV los judíos de Marruecos comenzaron a ser forzados vivir en ghettos (mellah).

Esta histórica y sistemática discriminación no perdió potencia hasta que el Imperio (turco) otomano promulgara importantes reformas a mediados del siglo XIX, las cuales fueron fuertemente resentidas por muchos musulmanes sirios y los habitantes de la península arábiga.

3. Deshumanización y polarización

Esta etapa consiste en la promoción activa de la intolerancia mediante la humillación constante del grupo o la minoría en cuestión. Se produce un salto cualitativo en el nivel de violencia ejercida, lo que conduce acto seguido a la opresión directa de las víctimas, acordada o tolerada por el establecimiento gobernante o político. En este sentido, los yihadistas actuales se basan en el ejemplo de hostigamiento que ofrecen los principales exponentes históricos del puritanismo militante islámico.

Prestamente, con la desolación del Califato abasida producida por la invasión mongola en el siglo XIII, llegó a la prominencia un clérigo conocido como Ibn Taymiyyah (1263-1328) que predicaba que todos los males que habían caído sobre los musulmanes se debían a la desconexión con Dios. Disparó contra las innovaciones (b’ida) teológicas, y contra las supuestas prácticas y creencias heréticas. Más aún, logró organizar una movilización armada y decretar la yihad contra los tátaros invasores, pero también contra los ismailíes, los alawitas y los drusos. Grosso modo, activaba por la purificación religiosa y por el establecimiento de importantes restricciones, mas no solamente ya sobre los no musulmanes, sino también sobre aquellos que no fuesen sunitas. En su construcción argumentativa empleo el término “ignorancia pagana” (yahiliyyah)para referirse a los desaciertos y pecados de la comunidad islámica que percataba a su alrededor. En pos de cambiar la situación, llego a priorizar la yihad, la guerra santa contra los infieles (küffar), por sobre las obligaciones tradicionales como la peregrinación, el rezo o el ayuno.

En el siglo XX, Sayid Qutb (1906-1966), uno de los más prominentes islamistas y fuente de inspiración de los extremistas, rescató el uso de la expresión para apuntar esta vez contra los apóstatas de la modernidad. Con una retórica incendiaria y maniquea que últimamente termino costándole la vida, Qutb incentivó a sus seguidores a reestablecer el orden islámico por como de lugar, y a poner en regla a todos aquellos que se hubieran dejado descarriar por las injuriosas ideologías laicas provistas por Occidente. Esta corrección habría de hacerse por las buenas o por las malas, por la senda de la “invitación” (dawah) o por la vía de la espada. No hace falta que precise al respecto que camino ha escogido el EI.

4. Persecución y debilitamiento sistemático

El cuarto paso que podemos apreciar está vinculado con el resquebrajamiento físico y psíquico del colectivo perseguido. Las víctimas son identificadas y el perpetrador procede a aplicar medidas concretas orientadas a una exterminación veloz o sostenida del grupo. Lejos ya de la ocurrencia de incidentes aislados de violencia, aquí comienzan las grandes masacres.

Otro precedente que dice algo del comportamiento del EI viene dado por la aparición del movimiento fundado por Muhammad ibn Abd al-Wahhab (1703-1792), clérigo de la rama de jurisprudencia islámica seguida por Ibn Taymiyyah. Aliado con el clan Saud (que hoy en día gobierna y le da su nombre al país que custodia la Meca y Medina), en el siglo XVIII los wahabitas purgaron la península arábiga de toda práctica considerada pérfida, masacrando a su paso hombres, mujeres y niños musulmanes por acusarlos de apostasía (takfir). Mientras Ibn Taymiyyah aceptaba con renuencia la violencia contra otros musulmanes sunitas, Wahhab no tenía ningún inconveniente en mandar a matar a todo quien estuviese sospechado de ser un iconódulo encubierto.

5. Exterminio

La última etapa representaría una situación final en donde el genocidio ya ha sido perpetrado, con la completa sino parcial eliminación física de los integrantes del grupo victimizado. A veces lo que se persigue eliminar es su conciencia de comunidad, o su sentido identitario. Este último objetivo se vio por ejemplo reflejado en los reiterados intentos que los árabes y los otomanos promulgaron a lo largo de la historia para forzar a los yazidiés a convertirse al islam.

Tomando los precedentes considerados, los pensadores islámicos mencionados dan cuenta de una progresiva ideologización de su religión en función de convertirse en lo que hoy es una ideología totalitaria; la cual pretende aniquilar no necesariamente solo a los extranjeros, pero también a los traidores y supuestos paganos que se esconden detrás del rito musulmán.

En teoría, los cristianos conforman junto con los judíos la “gente del libro” (‘Ahl al-Kitab), quienes se entiende podrían comprar la “protección” musulmana a cambio de someterse al régimen de disminución y discriminación anteriormente descrito. Según lo comunica el EI en la actualidad, aquellos cristianos (pues judíos ya no quedan) que se nieguen a este arreglo deben convertirse al islam o pagar las consecuencias de su desafío con la muerte. Pero se ha reportado pese a esto que en múltiples ocasiones los radicales islámicos (fundamentalistas) no esperaron a mediar palabra, y procedieron directamente a masacrar a sus despreciables e impías víctimas civiles.

Alcanzado tal nivel de jacobinismo, es de esperar que los yihadistas hagan caso omiso a las endebles pero tradicionales garantías que por lo menos preservaban la vida de las comunidades cristianas siglos antes. Ahora incluso si se cumpliera con la regla medieval que rige el trato con la dhimma, aun así como ha quedado demostrado los cristianos estarían bajo amenaza constante e inminente. Según mi interpretación de los hechos, el proceso de genocidio que el EI está llevando a cabo ya se encuentra entre los pasos tres y cuatro. Peor para los yazidiés, los fanáticos religiosos no les estipulan destino u opción otra que la muerte, dado que son considerados automáticamente paganos que más vale perder que perdonar.

Publicado originalmente en AURORA el 28/08/2014
Publicado originalmente en AURORA el 28/08/2014
Publicado originalmente en AURORA el 28/08/2014
Publicado originalmente en AURORA el 28/08/2014

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