El islam radical tiene algo en común con el movimiento propalestino Boicot, Desinversiones y Sanciones, mejor conocido por su acrónimo BDS. Comparten el odio hacia Israel y transmiten una marcada judeofobia. Muchos activistas del BDS encubren su antisemitismo como antisionismo, en tanto se presentan como anti-Israel mas no como antijudíos. Sin embargo, ambas corrientes abogan de un modo u otro por la destrucción de Israel. Su desaparición haría igualmente felices a santurrones universitarios y yihadistas islámicos. Ambos grupos piden por la liberación de Palestina “desde el río hasta el mar”, lo que necesariamente implica el desmantelamiento forzado de la estatidad judía.
La voluntad por ver a los judíos desaparecer es patente entre los extremistas islámicos y la militancia propalestina. Por esta razón, pese a las muchas diferencias entre doctrinas, existe una misma disonancia cognitiva. Los enemigos de Israel predican por el boicot o su destrucción, y con todo emplean tecnología israelí. Aunque la comparación entre yihadistas y agitadores progresistas podría sonar desmesurada, ambos grupos comparten ejercicios mentales parecidos para justificar algunas contradicciones éticas ineludibles. Continuar leyendo «El BDS y el islam radical»
En el mundo informatizado de hoy la paz internacional ha dejado de ser la facultad exclusiva de la alta política. En efecto, desde un punto de vista constructivista, los conflictos nunca podrán solucionarse del todo sin la intervención y reconciliación entre los afectados. Las personas de carne y hueso, empoderadas por las redes sociales y los medios de comunicación, también deben ejercer presión “de abajo hacia arriba” para librar la batalla cultural por la paz. Este esfuerzo podría estar orientado a legitimar el escrutinio público sobre dogmas ideológicos intocables, a cuestionar narrativas institucionalizadas, y a ponerse en el lugar del otro para puentear diferencias.
Como en tantos otros sitios, en un mundo ideal esto es lo que debería acontecer en Medio Oriente. Aunque se ha visto una expansión de la paz política entre Israel y los países árabes, la misma no se replica necesariamente en la opinión de muchas personas en países mayoritariamente musulmanes. Esto puede apreciarse muy bien el índice de opinión árabe publicado por el Arab Center de Washington DC, que pinta un panorama tan adverso como preocupante. La última edición comprende encuestas llevadas a cabo entre 2019 y 2020 en 13 países árabes, incluyendo los territorios palestinos. Continuar leyendo «Paz política. Guerra cultural»
En el marco de las hostilidades entre Israel y Hamas, el 15 de mayo las fuerzas israelíes destruyeron la torre que albergaba las oficinas de Al Jazeera y la Associated Press (AP) en la ciudad de Gaza. Los medios de prensa informaron que el ataque aéreo que provocó el colapso del edificio se produjo luego de que los residentes fueran alertados con una hora de anticipación. Sin embargo, más allá de que no se reportaran víctimas, los círculos periodísticos rápidamente acusaron a Israel de buscar silenciar la cobertura mediática desde el terreno.
A juzgar por editoriales y opiniones reflejadas en gran parte de la prensa global, esta conjetura se ha convertido en sabiduría convencional. Algunos aducen incluso que es sentido común. Sin mucho más que agregar, Israel estaría queriendo entorpecer la labor de corresponsales y reporteros. Como saben que la pluma es más fuerte que la espada —o que una imagen vale más que mil palabras—, los militares israelíes quieren ocultarle al mundo el sufrimiento gazatí.
Los comentaristas de la ocasión aseguran que Benjamín Netanyahu no quiere que se conozcan las supuestas matanzas que su Gobierno conduce de forma deliberada, posiblemente a efectos de erradicar la militancia y resistencia palestina. Según dicen, aquello de combatir el terrorismo es una excusa, abusada y bastardeada, para cometer crímenes de guerra y atentar contra el periodismo. No obstante, la parafernalia mediática antiisraelí no resiste un análisis detenido y más desapasionado de los acontecimientos. Continuar leyendo «Israel: ¿en guerra con la prensa?»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 13/05/2021.
Entre el 6 y el 10 de mayo los entredichos entre israelíes y palestinos llegaron al punto de ebullición, arrojando un deterioro considerable de la seguridad, y suponiendo ahora el riesgo de una nueva guerra. Los incidentes registrados en Jerusalén llamaron la atención de la comunidad internacional, creando una ventana de oportunidad que los islamistas están aprovechando para vigorizar su reputación, particularmente con actos beligerantes de “resistencia” hacia Israel.
Desde el 10 de mayo en adelante, el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza responde a este propósito, aún pese a la realización de que tales acciones presumen un casus belli; pudiendo incluso provocar una intervención a gran escala. En efecto, si bien Israel ya llevó a cabo bombardeos en Gaza, su liderazgo amenazó con tomar medidas de retaliación más contundentes, dejando entrever la posibilidad de una invasión terrestre. Continuar leyendo «Israel en guerra»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 03/04/2021.
El 14 de marzo Kosovo formalizó la apertura de su embajada en Jerusalén, convirtiéndose en la primera entidad europea en reconocer (de iure) la capital israelí. Con esta decisión, el país balcánico se une a Estados Unidos y a Guatemala en derogar la disputa territorial por la ciudad santa, en claro detrimento de los intereses palestinos. No obstante, debido precisamente a ello, lo más llamativo del asunto estriba en la identidad musulmana de la nación kosovar.
En un principio se trata de una jugada políticamente contraintuitiva, pues actúa en contra de todas las convenciones establecidas. De algún modo, reconocer la soberanía israelí en Jerusalén equivale a concederle la victoria al Estado judío, ya sea de forma simbólica, retórica, o jurídica. Implica asumir que la narrativa israelí triunfa por sobre los reclamos palestinos, sin importar cuales fueran las intenciones o motivaciones que tuvieran los actores involucrados.
En el lenguaje de la ciencia política estadounidense, Donald Trump es ahora un lame duck, una suerte de “pato incapacitado”, que debe aceptar con resignación la transición de poder. Se entiende, por lo menos convencionalmente, que un presidente saliente no debe tomar medidas drásticas que pudieran desafiar o contradecir las voluntades del presidente entrante.
No obstante, es evidente que hay distancia entre los supuestos teóricos y los acontecimientos prácticos, incluso en materia de política internacional. En este sentido, aunque probablemente compute en la ecuación de los analistas, el carácter errático de Trump no es el único factor en arrojar imprevisibilidad. En lo que compete a los asuntos globales, dejando de lado el COVID-19, tal vez podría haber alguna sorpresa de cara a la inauguración de Joe Biden el 20 de enero.
Desde que entró al despacho oval, Trump quiso sellar su legado con una paz inédita y comprensiva entre israelíes y palestinos. Aunque se hizo evidente que tamaña ambición no se materializará en el futuro inmediato, en su defecto Trump logró extender el reconocimiento diplomático hacia Israel en el mundo árabe. Con todo, en vista de algunos especialistas, este logro no será una paz generalizada hasta en tanto Riad no se sume a los llamados Acuerdos de Abraham. Podríamos decir que Arabia Saudita es la gallina de los huevos de oro, y si lo desea podría congraciar a Trump antes de que su mandato expire en menos de un mes. Continuar leyendo «Arabia Saudita: la gallina de los huevos de oro»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 01/06/2020.
Tras el establecimiento de una coalición de Gobierno en Israel, Benjamín Netanyahu afirmó que empujaría para llevar a cabo la anexión del 30% de Cisjordania, incluyendo el valle del Jordán. Como era previsible, y pese a la atención mediática puesta en la presente pandemia, tales declaraciones no pasaron desapercibidas. A nivel internacional, las pretensiones del primer ministro fueron contestadas con fuertes advertencias. Mismo así, comenzando por los debates domésticos, no son pocas las controversias en torno a la extensión de soberanía judía sobre Judea y Samaria, las regiones bíblicas cisjordanas típicamente catalogadas como territorios ocupados.
A decir verdad, como hoja de ruta, la anexión supone la confirmación de realidades en el terreno, de por sí virtualmente inalterables bajo cualquier tipo de tratado de paz. Si bien Israel no estaría anexando la totalidad de Cisjordania, estaría oficialmente incorporando los principales bloques de asentamientos, bajo los lineamientos contemplados en el plan de paz de Donald Trump. Se trata de rubricar jurídicamente la soberanía que el Estado judío ya ejerce sobre grandes parcelas de territorio que los palestinos reclaman como suyo. Según puede contemplarse, la medida unilateral sería una suerte de balde de agua fría para despertar al liderazgo palestino, acaso forzándolo a negociar so pena de perder mayores territorios.
No obstante, asumiendo que la proposición anexionista se lleve a cabo, dichos planes claramente trascienden el límite de las formalidades. Para empezar, la anexión podría desencadenar un duradero estadio de violencia, en tanto los jefes palestinos “moderados” desconocerían todo acuerdo y esfuerzo de cooperación conjunta con las autoridades israelíes. Si para los partidarios de Netanyahu la anexión simboliza la consecución de las aspiraciones sionistas, para los palestinos es también la realización, acaso desesperada, de que el statu quo es precisamente inalterable. En segundo término, tal como argumentan destacados veteranos de la seguridad israelí, la anexión podría forzar a los mandatarios de la región a renunciar a los tratados de paz y truncar futuras iniciativas en esta dirección. Continuar leyendo «La cuestión de la anexión de Cisjordania»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 04/02/2020.
El 28 de enero la Casa Blanca dio a conocer la “Visión por la Paz” para resolver el conflicto israelí-palestino. Donald Trump hizo el anuncio del proyecto en compañía de Benjamín Netanyahu, pidiendo al liderazgo palestino aceptar la iniciativa. Para los partidarios de la alianza israelí-estadounidense, se trata de una solución ingeniosa que busca diferir controversias políticas por medio de un paquete económico y un plan de infraestructura sin precedentes. En cambio, para sus detractores, es un plan insípido, tan tendenciosamente proisraelí que se hace impracticable.
¿Qué lectura debe hacerse entonces del asunto? Si bien el programa estadounidense fue boicoteado de antemano por el liderazgo palestino, lo interesante es que Trump cuenta abiertamente con el apoyo de Arabia Saudita, Egipto, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Este es un desarrollo sin parangón en la historia del problemático proceso de paz iniciado formalmente con los acuerdos de Oslo de 1993. Más allá de los parámetros estipulados en el programa, en la alta política árabe queda claro que el conflicto no será resuelto mediante la iniciativa de los palestinos. En esta posición existe un reconocimiento implícito a Israel como potencia regional, y una valorización de la consecuente necesidad realista de normalizar relaciones diplomáticas en cuanto sea posible.
Incluso si el programa de paz no es llevado a cabo, la “Visión por la Paz” ofrece un marco para que los países árabes que no reconocieron formalmente a Israel puedan hacerlo. De alguna manera, justamente gracias a la parcialidad del plan, la pelota está en la cancha palestina; de modo que todo fracaso en la implementación recae discursivamente en la falta de voluntad de los líderes palestinos. Aunque el plan de Trump puede leerse como una imposición unilateral, demuestra simultáneamente la transversalidad del pragmatismo y la fuerza militar en la política internacional. No obstante, creo que es erróneo decir que los Estados árabes están dispuestos a sacrificar el bienestar de los palestinos en pos de normalizar relaciones con Israel. Continuar leyendo «El plan de paz de Trump para Medio Oriente»
Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 27/06/2019 bajo el título «Entendiendo ‘Paz para la Prosperidad’, el ambicioso plan de Trump para el Medio Oriente.
Entre el 25 y el 26 de junio se celebró en Manama, Bahréin, un workshop por la paz promovido por Estados Unidos y los países sunitas del Golfo con miras a solucionar el conflicto israelí-palestino. Orquestado por Jared Kushner, el yerno de Donald Trump, el evento promociona el plan “Paz para la Prosperidad”. Consiste en ofrecer desarrollo económico como medio para resolver o más bien diferir controversias políticas.
En esencia, Kushner adelantó que Estados Unidos y sus aliados del Golfo planean inyectar 28 mil millones de dólares a Gaza y a Cisjordania en los próximos años para crear puestos de trabajo y reducir así los índices de pobreza. Además, para crear un entorno regional favorable, también se transferiría capital en montos semejantes para ayudar al desarrollo de Egipto, Jordania y Líbano.
Desde luego, la gran duda estriba en preguntarse hasta qué punto el plan es viable, o bien qué posibilidades tiene de ser aceptado. Por lo pronto, el liderazgo palestino rechazó el plan de cuajo, describiéndolo como un gastadero que no comprará ninguna solución. Según alegan sus políticos, las propuestas de la Casa Blanca buscan sobornar a los palestinos para que renuncien a sus aspiraciones territoriales. Asumiendo que este rechazo sea inmutable, ¿qué puede esperarse de este programa? Continuar leyendo «La cumbre de Bahréin: ¿paz para la prosperidad?»
El 3 de agosto, cuatro días antes de la inauguración de Iván Duque Márquez, el flamante presidente de Colombia, el Gobierno del saliente Juan Manuel Santos reconoció a Palestina como Estado soberano. Como era de esperarse, mientras las autoridades palestinas festejaron el tanto diplomático, la decisión causó sorpresa y disgusto en Israel. Peculiarmente, la noticia solo trascendió por un comunicado de la misión palestina en Colombia, que citaba como fuente una nota enviada por la entonces canciller de Santos, María Ángela Holguín. Es decir, el reconocimiento se produjo de forma silenciosa, fuera del ámbito público; y sin mostrar Colombia expreso interés en que la novedad fuese comunicada de forma oficial a través de un comunicado propio.
Colombia suele ser considerada como el mejor aliado de Israel en América Latina. El propio Santos había confirmado en 2011 que su país no reconocería a Palestina “por una cuestión de principios”. En aquellos tiempos la idea de declarar un Estado Palestino ya comenzaba a ganar adherentes en la arena internacional. Un año después, la Asamblea General de la ONU aprobaba una resolución declarando a Palestina como Estado observador no-miembro, una decisión en la que Colombia se abstuvo de participar.