Cambios en el gabinete de Trump: el regreso de los neoconservadores

Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 03/04/2018 bajo el título «El gabinete de guerra de Trump».

La designación de Mike Pompeo (izquierda) y John Bolton (derecha) como secretario de Estado y consejero de Seguridad respectivamente, ha despertado controversia en Estados Unidos. Son hombres asociados con el establecimiento neoconservador, y tienen reputación de ser beligerantes en política exterior. La mayoría de los medios dan por entendido que la llegada de estos hombres al círculo íntimo del presidente Donald Trump es algo peligroso. ¿Hasta qué punto? Credito por las imágenes: Al Jazeera / AP.

Las últimas semanas han visto cambios muy importantes en el gabinete de Donald Trump. Aunque ya no sorprende que el presidente modifique su equipo, lo cierto es que las idas y vueltas de la Casa Blanca la han hecho impredecible. Trump lleva poco más de un año en el poder y sin embargo ningún presidente ha cambiado tanto a su personal como lo viene haciendo el magnate. A estas alturas no tan altas los recambios perfectamente podrían quedar catalogados en una antología colorida. Pero así y todo no dejan de ser importantes, especialmente desde la dimensión internacional. 

El 13 de marzo se anunció que Mike Pompeo, director de la CIA desde enero del año pasado, reemplazaría a Rex Tillerson como secretario de Estado. Anecdóticamente, el empresario petrolero se habría enterado de su despido por un mensaje por Twitter. Luego, el 22 de marzo se anunció que John Bolton, embajador ante las Naciones Unidas entre 2005 y 2006, reemplazaría al general H.R. McMaster como consejero de Seguridad Nacional. Sobre la primera designación, Pompeo es considerado partidario de la mano dura, y tiene un historial controversial por su postura antiinmigración y a favor de las “técnicas mejoradas de interrogación”, un eufemismo de la era de George W. Bush para los métodos de tortura aplicados a presuntos terroristas. Sobre la segunda nominación, mientras que McMaster es considerado testarudo pero práctico (y con evidentes credenciales militares), Bolton es considerado un halcón poco diplomático; alguien que cree que todo puede resolverse por medio de la fuerza.

Para bien o para mal, estas designaciones marcan un fuerte giro en la administración Trump. Pese a la imprevisibilidad que caracteriza al presidente puede suponerse que su gestión estará más influenciada por postulados neooconservadores. Cuando Trump presentó su doctrina de seguridad en diciembre, el documento hacía hincapié en una estrategia de “principled realism”, es decir, “realismo basado en principios”. En esencia una dicotomía, ahora podría esperarse que el segundo elemento de la expresión, la ideología, se imponga sobre las consideraciones prácticas o realistas. Continuar leyendo «Cambios en el gabinete de Trump: el regreso de los neoconservadores»

Los presagios de los nuevos otomanos

Artículo Original.

Un turco vestido de jenízaro protesta con la bandera otomana en mano frente al consulado de Alemania en Estambul, el 2 de junio de 2016. La protesta se produjo luego de que el parlamento alemán catalogara la masacre de armenios cometida por los otomanos durante la Primera Guerra Mundial como un genocidio. El presidente Recep Tayyip Erdogan y otros políticos aprovechan estos cruces diplomáticos para avivar el nacionalismo en casa, y presagiar el regreso a las glorias del pasado mediante conquistas territoriales. Crédito por la imagen: Ozan Kose / AFP / Getty.

La intervención turca en Siria ha dado rienda suelta a los anhelos revisionistas de los nacionalistas de Turquía. Como ya argumentaba previamente en este espacio, el presidente Recep Tayyip Erdogan es cada vez más explícito acerca de expandir las fronteras de su país. Aunque la palabra “conquista” está fuera del léxico del mandatario filoislamista, sus intenciones son transparentes, y quizás más importante, son bien recibidas por los sectores nacionalistas seculares. Cuando Erdogan se refiere a los nexos históricos que unen a ciudades como Alepo y Mosul con el pueblo turco, lo que en efecto está haciendo es marcar territorio. Por un lado envía un claro mensaje a los adversarios de Ankara. Por otro, está avivando el nacionalismo en casa para apalancarse políticamente.

La cuestión turca es uno de los grandes interrogantes geopolíticos en boga, y no queda claro hasta qué punto Turquía logrará expandir sus dominios. Aunque los turcos están insertos en el norte de Siria, su desempeño militar frente a las fuerzas kurdas es bastante cuestionado. La llamada operación “Escudo del Éufrates”, lanzada en 2016, no logró la captura de Manbiy, un punto estratégico que sirve de nexo entre cuatro provincias sirias. A comienzos del año pasado los turcos tuvieron que aceptar a regañadientes un cese al fuego impuesto por Rusia, y sin embargo Erdogan continúa insistiendo en escalar las hostilidades sobre todo el territorio kurdo. Si bien podría decirse que la captura de Afrín el último 18 de marzo lo ha envalentonado, la reciente operación “Rama de Olivo” presenta serios problemas. En palabras de un analista militar estadounidense, “Turquía, el segundo ejército más grande de la OTAN, no está pudiendo someter una área de tierra protegida por una fuerza pobremente equipada, pero altamente motivada”.

Con estos problemas como telón de fondo, los revisionistas turcos insisten en recuperar los territorios que por designio histórico supuestamente le pertenecen a la patria. Además de reclamar el norte de Siria y de Irak, los nuevos otomanos incluyen en su lista de ambiciones a las islas griegas del mar Egeo. Pese a realidades que contradicen los deseos revanchistas, los nuevos otomanos presagian que la Turquía recuperará las glorias del pasado. Continuar leyendo «Los presagios de los nuevos otomanos»

Manteniendo viva la lucha por los Derechos Humanos

Columna invitada.

El alcalde exiliado de Caracas, Antonio Ledezma, da un discurso durante la decima edición de la Cumbre de Ginebra por los Derechos Humanos, organizada por UN Watch y otras organizaciones civiles, el 20 de febrero de 2018. El autor estuvo presente durante el evento, y argumenta que la sociedad civil es la última línea de defensa contra los abusos y la injusticia. Crédito por la imágen: UN Watch.

“¿Contratarías a un pedófilo para dirigir un preescolar?”. Con esa pregunta, el alcalde de Caracas exiliado, Antonio Ledezma, resumió en unas pocas palabras las sensaciones que uno se lleva luego de participar de la Cumbre de Ginebra por los Derechos Humanos y la Democracia, organizada por UN Watch y una coalición internacional de 25 organizaciones no gubernamentales de derechos humanos. Son sensaciones que van desde la contradicción y la incredulidad, a la ironía o la frustración.

El evento tuvo lugar, el pasado 20 de febrero, pocos días antes de que las Naciones Unidas dieran apertura a la sesión de marzo del Consejo de Derechos Humanos (CDH). La fecha fue elegida con absoluta intención. Pero el público principal al que se intentaba llegar no era solo el grupo de 700 personas sentadas en la sala principal del Centro Internacional de Convenciones de Ginebra. En realidad, el objetivo era llamar la atención de los diplomáticos y empleados de embajadas de todo el mundo con duros testimonios acerca del triste estado de los derechos humanos en muchas partes del mundo.

Muchos de los funcionarios que caminan a diario por los pasillos y salones de las Naciones Unidas en su sede en Suiza deberían estar al tanto de esta realidad. Aunque se dedican a darle forma a la agenda internacional en materia de derechos humanos, muchas de estas personas tienen oídos sordos. Peor aún, algunos son cómplices de los perpetradores. Continuar leyendo «Manteniendo viva la lucha por los Derechos Humanos»

Hamas y Fatah: ¿Sigue en pie la reconciliación?

Artículo Original. Publicado también en INFOBAE el 26/03/2018.

El primer ministro palestino Rami Hamdallah (segundo a la derecha) es escoltado por sus guardaespaldas al momento de llegar a Gaza el 13 de marzo de 2018. Hamdallah fue recibido con honores por la fuerza policial de Hamas. No obstante, a poco tiempo de llegar, la comitiva de Hamdallah fue atacada con un explosivo y tuvo que regresar a Cisjordania. Teniendo en cuenta que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) culpó a Hamas por el atentado, este incidente pone en duda la viabilidad del acuerdo alcanzado entre seculares e islamistas en octubre del año pasado. Crédito por la imagen: Mahmud Hams / AFP.

El 13 de marzo se produjo un incidente que pone de manifiesto la inevitable conflictividad entre Hamas, el partido islamista que gobierna la Franja de Gaza, y Al-Fatah, el partido que domina la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con sede en Ramala. Ese día, el convoy de Rami Hamdallah, el primer ministro palestino, fue atacado en el norte de Gaza cuando se dirigía a participar de la inauguración de una planta para el tratamiento de aguas residuales. Un explosivo colocado en la ruta explotó cuando el convoy hizo su aparición, poco tiempo después de que la comitiva de Hamdallah cruzara el checkpoint fronterizo. El premier resultó ileso, pero la explosión hirió a varios de sus guardaespaldas. La comitiva regresó inmediatamente a Cisjordania, y posteriormente el presidente Mahmud Abbas acusó a Hamas de querer asesinar deliberadamente a Hamdallah.

Este suceso refleja que la rivalidad entre las facciones palestinas más importantes está condenada a ser una fuente de fricción y conflicto. En este aspecto, así como ya lo remarcaba en otras oportunidades, Hamas y Fatah vienen improvisando acuerdos de unidad desde hace tiempo, y ninguno de ellos ha logrado vencer la profunda desconfianza entre las partes. Por ello, teniendo en cuenta que en octubre del año pasado islamistas y seculares supuestamente se reconciliaron, cabe preguntarse cómo seguirán ahora las relaciones entre los contendientes mencionados. Es decir, ¿el ataque a Hamdallah pone en jaque el acuerdo de unidad? Continuar leyendo «Hamas y Fatah: ¿Sigue en pie la reconciliación?»

Venezuela: ¿cómo propiciar un cambio de régimen?

Artículo Original. Publicado también en INFOBAE y en POLÍTICAS Y PÚBLICAS el 16/03/2018.

En la medida que la crisis venezolana no tiene fin, la permanencia en el poder del régimen chavista encabezado por Nicolas Maduro representa una creciente amenaza a la seguridad de los países de la región, sobre todo Colombia y Brazil. Venezuela exporta números cada vez más importantes de migrantes a estos países, y su Gobierno támbien sostiene a la milicia colombiana. Además, la desestabilidad interna es una bendición para traficantes de drogas y armas que entran a Brazil. Por otro lado, los vínculos de Venezuela con Irán y Hezbollah suponen una grave preocupación en términos de limitar la influencia de agentes que promueven el terrorismo. Esta realidad resalta la necesidad de que los países de la región contemplen seria y publicamente la posibilidad de apoyar abiertamente el prospecto de una intervención armada, sobre todo para intimidar al régimen de Maduro. Crédito por la imagen: Archivo EFE

Todo analista centrado coincide en que la situación en Venezuela es cada vez más crítica, no solo desde el punto de vista humanitario, pero también así en lo concerniente a la seguridad de sus países vecinos. Venezuela se ha convertido en una dictadura de partido único en todo sentido de la expresión, y su Gobierno consistentemente demuestra su afinidad con una ideología totalitaria, en claro desprecio del Estado de derecho propio de una democracia deliberativa. Aunque el Partido Socialista (PSUV) resguarda ciertas sutilezas cívicas para aparentar ser republicano, es patente que elecciones fraudulentas no hacen de Nicolás Maduro un líder legítimo.

Sin transparencia institucional, y sin control legislativo o judicial por parte de poderes independientes, no existe ninguna garantía de que la situación vaya a mejorar. Incluso dejando de lado la cuestión de la legitimidad, lo cierto es que los narco-comunistas en el poder han demostrado ser redundantemente ineptos para conducir un país y garantizar la mínima seguridad alimentaria de la población. No obstante, desde una óptica internacional como pragmática, el único argumento de peso en favor de echar a Maduro y compañía por las armas tiene que ver con el enorme potencial desestabilizador que el fracasado “socialismo del siglo XXI” tiene para ofrecer a Sudamérica. Continuar leyendo «Venezuela: ¿cómo propiciar un cambio de régimen?»

El sultán y los niños

Artículo Original.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan besa a una niña de seis años durante un acto político en la ciudad de Kahramanmarash, el 24 de febrero de 2018. El líder le dijo a la niña que no hay honor más grande que morir martirizada por la patria.  El episodio refleja el drama de la sociedad turca, envuelta en una crisis de valores, y atrapada entre el legado del laicicismo kemalista y las aspiraciones islamistas de su líder, que busca rehabilitar las memorias colectivas otomanas. Crédito por la imágen: .Murat Cetinmuhurdar / AP.

Hace pocos días Recep Tayyip Erdogan intentó convalidar su visión de una Turquía islámica con una niña de seis años vestida con uniforme militar. El 24 de febrero, el líder que aspira a revivir la grandeza del Imperio otomano, participó de un congreso político del oficialismo en la periférica ciudad de Kahramanmarash. Allí, mientras daba un discurso, advirtió que la niña estaba colocada para ser vista. Referenciando su disfraz de soldado, hizo que los suyos la subieran al escenario; y acto seguido le dijo a la audiencia que sería un gran honor si llegara a ser “martirizada” por Turquía. Nerviosa, la niña mientras tanto lloraba. Así y todo, el orador buscó consolar a la pequeña besándola en sus cachetes, contándole que no hay honor más grande –Dios mediante– que ser envuelta con la bandera turca, cual baja caída en combate.

Si bien el episodio es más que nada anecdótico, representa otra instancia que deja entrever la dirección hacia la que se dirige que la República Turca. Con la guerra en Afrín (Siria) como telón de fondo, en las últimas semanas el aparato propagandístico de Ankara viene difundiendo poemas nacionalistas con niños uniformados dispuestos a sacrificarse por la patria. Continuar leyendo «El sultán y los niños»