Quid pro quo en las Naciones Unidas: yo te voto si vos me votas

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Los cables difundidos recientemente por WikiLeaks muestran explícitamente que Arabia Saudita le ofreció a otros Estados intercambiar votos por votos para ocupar una banca en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas. En la carta de la derecha los sauditas acuden a los rusos para proponer el intercambio. Crédito por la imágen: Ngoc Nguyen.

Los documentos y cables diplomáticos de Arabia Saudita distribuidos recientemente por WikiLeaks muestran explícitamente que el reino árabe intercambio votos con algunos países para hacerse de una banca en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH). Aunque esto en sí no resulta muy revelador para los analistas, pragmáticos por definición, pone de manifiesto para el público en general el modo recurrente con el cual los Estados negocian y consignan los votos necesarios para adquirir prestigio a nivel internacional. Desde lo personal, lo que me llamó la atención de este develamiento de la diplomacia es la simpleza y efectividad de esta estrategia. A decir verdad me recuerda bastante a los Modelos de Naciones Unidas en los que solía participar durante mis años de estudiante.

Como en estos congresos, en la vida real la fórmula ganadora para presentar un proyecto, ocupar una banca, o destacar con más avales es fácil: quid pro quo, es decir, algo por algo; yo te voto si vos me votas, yo te apoyo si vos me apoyas. En cuanto a mi experiencia en estos eventos que recrean y simulan el desarrollo de las sesiones del organismo internacional más conocido del mundo, estas promesas no son siempre respetadas, pero a nivel general representan el camino más sencillo para transitar por los foros y sacar provecho de largas discusiones. El voto por voto no es una práctica exclusiva entre los inexperimentados, pero usted seguramente apelaría a ella si se estuviera iniciándose en el arte de la diplomacia. Bien, el severo inconveniente de este intercambio es que, a los efectos de hacer del mundo un lugar mejor, posibilita que países no democráticos obtengan suficiente respaldo para distintas cuestiones en donde no tendrían decoro para opinar. Continuar leyendo “Quid pro quo en las Naciones Unidas: yo te voto si vos me votas”

¿Por qué el voto a favor de un Estado palestino es irresponsable?

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Afiche de la campaña británica por el reconocimiento a Palestina como Estado, difundido los últimos días en las redes sociales. El Partido Laborista fue la principal fuerza política que impulsó, y logró aprobar, la moción en el parlamento británico.

El día de ayer la Cámara de los Comunes votó por una mayoría de 274 contra 12 reconocer a Palestina como un Estado, “como una contribución para asegurar una solución negociada de dos Estados”. A estas alturas se habla de un “voto simbólico”, que según se espera, presionará a Israel a disponer mayores concesiones de cara a futuras negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Pero, ¿tendrá resultado? ¿Es responsable hacer un bypass al proceso de paz? Existen algunas consideraciones a ser tenidas en cuenta. Continuar leyendo “¿Por qué el voto a favor de un Estado palestino es irresponsable?”

Cascos Azules: ¿fuerzas de paz o fuerzas de buena voluntad?

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Un yihadista posa para la foto haciendo gala de un vehículo de la ONU capturado. La imagen habría sido difundida por Al-Nusra.
El concepto de “operación de paz” articulado por las Naciones Unidas es casi tan antiguo como dicho organismo internacional. Su primera misión de pacificación de hecho se llevó a cabo en Medio Oriente, para observar el mantenimiento del cese al fuego entre israelíes y árabes. En aquella oportunidad, las tropas internacionales conformaban lo que se conoce como el “Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua” (ONUVT o UNTSO en inglés), que aún realiza sus funciones hasta el día de hoy bajo la forma de misiones específicas para supervisar las fronteras entre Israel y sus vecinos árabes, principalmente Siria y Líbano. Originalmente, los enviados por la ONU no debían contener las hostilidades, sino más bien simplemente reportarlas al Secretario General. Sus tropas no estaban armadas, y en cualquier caso apuntaban más que nada a generar confianza con los eslabones políticos y militares de los bandos enfrentados.
La primera intervención armada de los cascos azules (FENU o UNEF en inglés) no se produjo sino hasta 1956, momento en el cual la ONU intervino para hacer frente a las posibles contingencias que pudiesen ocurrir luego de la crisis de Suez. No obstante, tal como quedó manifiesto una década más tarde, la fuerza internacional en cuestión no pudo hacer nada para calmar la tensión en la región; y desde ya, tampoco pudo hacer nada para alterar el devenir que condujo a una guerra posterior – la guerra de los Seis Días.
Si bien hoy en día están armadas, las tropas de la ONU en rigor cumplen el mismo objeto que la primera misión iniciada en 1948. Son observadores que contribuyen a generar estabilidad. Pero tal como ocurriera en 1967, cuando Gamal Abdel Nasser expulsara a los uniformados internacionales, legalmente el mandato de los soldados despachados por la ONU debe finalizar cuando el Estado soberano que los recibe decide expulsarlos. Dicho esto, si la estabilidad se rompiera, los cascos azules tienen terminantemente prohibido intervenir en favor de un bando u otro, o por lo menos no hasta que el Consejo de Seguridad delibere y se ponga de acuerdo sobre el asunto. Teoréticamente, ese sería el momento en el cual las tropas, de por sí ligeramente armadas, podrían tomar partido solo para forzar a ambas partes a la mesa de negociación; lo que se conoce como “imposición de la paz” o peace enforcement.
En realidad, los cascos azules raramente cuentan con el armamento necesario como para poder forzar una paz por cuenta propia. Además, se concede que los efectivos enviados por la ONU pueden disparar si solo si están siendo atacados, pero incluso esto es desalentado dadas las implicancias políticas que dicha acción puede traer aparejada. Como la ONU no es un Estado supranacional o un ente todopoderoso, sus soldados dependen del capital humano y financiero que los Estados aportan. Más allá de su buena voluntad, su movilización o intervención depende ante todo de cuán rápido puedan los diplomáticos y burócratas resolver su participación.

Dadas estas condiciones, podría ser discutido que las fuerzas de paz carecen de iniciativa militar, siendo que en enumeradas ocasiones estas fallaron en prevenir o frenar grandes matanzas de civiles en zonas de conflicto donde se encontraban apostadas. Por ello, en vista de los acontecimientos actuales en el Golán, vale la pena rever y analizar el desempeño de la ONU a la hora de contener un conflicto. Más específicamente, y a razón de Medio Oriente, vale preguntarse hasta qué punto sus fuerzas pueden marcar la diferencia. Continuar leyendo “Cascos Azules: ¿fuerzas de paz o fuerzas de buena voluntad?”